Capítulo XIV

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Sakurauchi Riko, una chica con un sentimiento melancólico observaba el piano que yacía en su habitación, el cual no había tocado en absoluto desde hace años, tres para ser más exactos. No podía hacerlo porque le recordaba a ella ¿podría volver a sentir la música producida por sus propios dedos alguna vez? Tal vez cuando recibiera el perdón de cierta persona, solo tal vez, podría volver a lo que la apasionaba.

Dejando el instrumento de lado, como era parte de su rutina, se recostó en su cama mirando al techo, pensando en todas sus acciones y dejando que el arrepentimiento la inundara, como siempre, tomó su almohadilla para tapar la vergüenza en sus rostro, pero las lágrimas no se manifestaron, la humedad en forma de sus emociones estaba totalmente reprimida, ninguna gota fluía en su pálido rostro.

Solo había culpa, culpa, miserable culpa.

— No debí hacerle eso, soy una estúpida, ella debe creer que soy tan estúpida. — habló mientras presionaba la almohadilla contra su rostro — Soy un asco. — su voz estaba quebrada, el nudo en su garganta no le permitía hablar con claridad, solo quería llorar y después dormirse, pero no podía, ese repentino ataque de pensar en todas sus acciones no la dejaba en paz.

No debió besar a Yoshiko sin su consentimiento, debió darle asco, seguro Yoshiko solo le seguía hablando por causa de su proyecto y se sentía una sucia tramposa por haber estado de acuerdo con que Mari modificara las parejas, Yoshiko no debía estar con ella y aún así lo estaba.

Yoshiko, Yoshiko, Yoshiko. ¿Por qué no podía simplemente pensar en cualquier otra cosa?

Aún con la cabeza hundida en su almohadilla soltó un suspiro. Sabía que no valía la pena seguirse preocupando por su relación con Yoshiko, estaba totalmente arruinada posiblemente, la peliazul debía repudiarla ¿Quién no lo haría? Lo merecía al fin y al cabo, merecía el repudio de todos.

Era consciente de todos los rumores que giraban al rededor de ella por sus errores, casi todo era totalmente cierto y era improbable que Yoshiko fuera ajena a estos.
Sentía tanto asco, de sí misma, de sus acciones, de su actitud regular; que dio unas leves arcadas como si fuese a vomitar, cosa que no ocurrió para su suerte, no tenía muchos ánimos de levantarse de su cama para ser honesta. Al final después de unos minutos logró conciliar el sueño

Cosa que no le duró más de quince minutos, ya que escuchó la llegada de su madre junto con su padre empezando a hablar en un tono considerablemente alto, él nunca había sido así antes. ¿Qué estaba pasando de repente? Se preguntaba con frecuencia.

— No le veas la cara de estúpido, estás en tus andadas nuevamente, nunca debimos ir a esa reunión de idiotas. — su padre se escuchaba ofendido. Una cachetada resonó por toda la casa junto al rudio de alguien cayendo y gimiendo por el impacto, definitivamente era su madre.

Inmediatamente Riko saltó de su cama y salió hasta la sala, su padre estaba mirando la palma de su mano fijamente mientras su madre sostenía el lugar del impacto aún sin creerlo. Nadie lo creía, pero estaba sucediendo.

— Ni se te ocurra ponerme una mano encima de nuevo, infeliz — la mujer con la mejilla roja e inflamada empujó a su esposo y a su hija para llegar hasta su habitación y encerrarse.

— Lo siento, Riko. — dijo el hombre para luego retirarse de la casa, irse a la habitación que compartía con Kaede no era una opción de ninguna manera.

La pelirroja seguía en sin creerlo, nunca habían sucedido estas cosas y su familia era normal, las peleas existían pero siempre eran leves ¿Qué tanto había hecho su madre? ¿De verdad era algo malo?
Fuera lo que fuera no quitaba el hecho de que estaba ardiendo de rabia por el trato por parte de su padre.

Ni sabía si era buena idea ir a la habitación de su madre, creyó que lo mejor era dejarle tiempo a solas para que se tranquilizara, luego hablaría con ella o le mostraría su apoyo. No le importaba lo que sea que pasaba, su madre siempre sería su madre.

Luego de pensar un rato, tomó un pañuelo y una bolsa con hielos para que su madre lo pusiera en su mejilla y reposara, el impacto le había dejado hinchazón. Entró a la habitación con sumo cuidado y le entregó las cosas a su madre sin decir una sola palabra, esta respondió con un simple "gracias", el rostro de ambas pelivino no expresaba nada en absoluto.

Riko regresó a su habitación y volvió a tumbarse en su cama, mirando a la nada nuevamente. Realmente ya no sabía qué hacer o qué pensar, solo deseaba dormir pero tanta inquietud no se lo permitía.

Se le ocurrió ir a la habitación de Lily para verificar que la menor estuviera bien, tenía la esperanza de que la menor de la casa no hubiese despertado de su siesta por el ruido.

Para su fortuna, la pequeña seguía durmiendo plácidamente, Riko agradecía eso. Se quedó observando a la niña por unos momentos, verla allí siendo simplemente tierna conmovía su corazón, le daba una razón para ser feliz en medio de tantas confusión y conflicto. Aveces pensaba que ella era todo lo que le quedaba, aparte de su pequeño Prelude y... Yoshiko.

¿Qué tenía que hacer para sacar a esa chica de su mente?

Ya estando segura del estado de su hermana, se adentro en su habitación para tirarse en cama por tercera vez en menos de una hora.

En ocasiones solo quería que la tierra la tragase y desaparecer totalmente, no entendía del todo las cosas, solo quería descansar de todo, olvidarse de todo.

No quería pensar mal de su madre porque posiblemente ella estaba en problemas. No podía evitar pensar que parte de sus conflictos eran causa de decisiones de su madre. Pero tampoco podía culparla totalmente, ella era su madre después de todo..

Solo le quedaba intentar de comprender y adaptarse a las circunstancias actuales, algo le decía que las cosas cambiarían de allí en adelante. Una parte de ella deseaba que todo fuera bien y que las cosas mejoraran, pero otra parte estaba más influenciada por el pésimismo.

Ni siquiera sabía con claridad que pensar, solo quería dormir y así lo hizo.

𝙎𝙤𝙡𝙤 𝙪𝙣 𝙘𝙖𝙥𝙧𝙞𝙘𝙝𝙤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora