Capítulo 5. Los giros

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Te puedo asegurar, de que esta capítulo ahora se girará unas cuantas veces, quizás un poco así como la vida misma.

Después de aquella despedida, nuestros encuentros siguientes fueron prácticamente sensuales, ya todo lo que fuese intentar conocernos estaba fuera de nuestra mente,
y ojo, no es algo que me a mí me importara ni mucho menos, sinceramente el compromiso nunca me había gustado demasiado.
Quedábamos puntualmente, quizás una vez o dos por semana, tampoco mucho más, así manteníamos eso de no
sentir lo más mínimo.
Recuerdo que él era más frío que yo, pues hasta un simple quédate
a comer, parecían ponerlo nervioso. De echo, nunca se quedó y su respuestas siempre eran que no podía.
Pero bueno, en realidad a mí me importaba bastante poco, así que, no le daba mucha importancia.
Todo parecía dentro de lo que cabe normal, no teníamos ataduras, respetabamos los espacios, nada que pudiese entrar en algo más que encuentros esporádicos, pero claro que aquí empieza uno de nuestros giros.
Un día me empezó a hablar por WhatsApp, yo ya había empezado a notarlo un tanto raro y algo borde,
sin más empezó a decirme que lo sentía, pero que no podía quedar más conmigo, que no podía explicármelo, pero que no podía, algo que no paraba de repetir.
Yo, un tanto confudida sin entender el motivo por el que hacía eso dejé de hablar con él.
Seguí mi vida como siempre, hice como si nada, pues me había podido molestar un poco su actitud, pero a decir verdad, tampoco era tan importante para mí en ese momento, así que, simplemente lo taché de mi vida sin más.

Un mes después de todo esto, se dispuso a volver a escribirme, pues ahora de repente quería volver a llevarse bien conmigo y también quería darme una explicación sobre aquel impulso tanjante que había tenido hacia mí.
Yo algo orgullosa, le dije que lo tendría bastante difícil y que realmente ya no quería quedar con él.
Entre insistencias de nuevo para volver a quedar, volví a caer.
Eso sí, ahora le había recarcado que sería un encuentro de amigos, que solo tomaríamos una cerveza, pudiendo así, darle la oportunidad para explicarme lo ocurrido anteriormente.

Me puse en camino para ir a su casa, el lugar donde habíamos concebido ese encuentro y procedí a sentarme en aquel sofá. 
Y entre silencios incómodos se dispuso a hablar. La razón por la que hizo eso tan impulsivo según me comentó, había sido porque había vuelto a entablar algo con una ex, y no supo como contármelo, algo que le salió mal, como podréis notar.
Ahora ya me encajaba todas las piezas, su actitud fría y sus no puedo.
Sin más, yo no me enfadé, pues yo tampoco había sido ninguna santa y no teníamos ningún compromiso, así que, ¿qué mas daba?. Seguramente el que fuese sido sincero, hubiese sido mejor, pero no podía recriminarle nada.

Entre confesiones y charlas menos tensas, me preguntó:
-¿quieres quedarte a dormir?
Yo, sorprendida, le respondí que sí, un tanto también dudosa, pues él no era de dormir con nadie, lo que me había echo que encontrara un tanto confusa su pregunta.
Yo, seguía en mi pensamiento de que no pasaría nada más, pero bueno ya se podéis hacer una idea de lo que al final pasó, sí, otra vez me dejé llevar.
Amanecimos juntos, y me quería llevar a desayunar.
¿Pero qué está pasando?, me invita a dormir, ahora quiere llevarme a desayunar, totalmente estábamos pasando todos los límites que teníamos, cosa que a mí también me asustaba, para mí eso era algo más que encuentros esporádicos, pero bueno, volví a dejarme llevar.

A partir de ese día comenzamos a entablar una conexión más cercana, íbamos a hacer excursiones al campo, hablábamos más, todas las cosas que se suelen hacer cuando empiezas a conocer a alguien.
Sin duda, me había dejado llevar ya por completo.

El poder de amarse a uno mismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora