Capítulo 12. La decisión

4 0 0
                                    

Después de días de espera y esa incertidumbre que me estaba ahogando poco a poco, aceptó quedar y darme una respuesta, pues era obvio que para mí no era justo tampoco todo aquello y que por eso no quería alargar más aquella situación.
Recuerdo que vino a buscarme, un tanto sin poder ni mirarme apenas a los ojos, me dispuse a montarme en el coche, donde me llevó para poder hablar, a un aparcamiento donde el mar se podía ver de frente.
Después de silencios incómodos, nos dispusimos a hablar, a lo que él me dijo que lo sentía, pero que aquello no podía continuar, que ya sentía que no estaba enamorado de mí, a lo que yo mirándole a los ojos, le contesté que no me lo creía y que podía sentirlo en su corazón. Entre confusiones en mi cabeza y aún más rota de dolor, sin querer ver lo que era obvio de hacía tiempo, me soltó en casa, despidiéndonos con un abrazo y un no lo hagas más difícil de su parte. Triste, y con el corazón roto en mil pedazos subí a donde me alojaba para llorar desconsoladamente. No quería ver, ni explicar nada a nadie, simplemente llorar y no pensar, pues estaba tan dolida, que imaginarme una vida sin él, como que me era imposible, como que ya no podía existir nada más fuera de aquello. Por aquella cabeza, solo pasaban todo los momentos buenos que habíamos vivido, sintiéndome así cada vez más triste. El hogar que habíamos construido juntos, la perrita con la que vivíamos, todo eso se había ido a la m*****.
Como no he hablado de esta perrita antes, porque quizás era algo complicado para mí y que no quería meter aquí, me dispongo a meterla ahora en esta historia, para que así la conozcáis un poco más, porque también se lo merece, ya que formó parte de lo que yo llamaba mi familia. Era una perrita un poco traviesa y yo la conocí cuando entré en la vida de él, recién la había adoptado y aún era muy pequeñita, con apenas unos meses. Al principio, tengo que reconocer que me costó convivir con ella y que por un momento llego a caerme hasta un poco mal, realmente me ponía nerviosa de todas las travesuras que llegaba a hacer, pero luego aprendí a quererla, sin duda siendo mi apoyo cuando estaba mal. Cuando me levantaba por la mañana, recuerdo que se sentaba de inmediato en mis pies mirándome, mientras yo me tomaba el café, aún al recordar esto me entristezco a veces, porque realmente llegó a convertirse en alguien muy especial para mí y sobre todo en mis últimos momentos de estar allí, ella siempre venía sabiendo que no estaba bien, sinceramente aún la echo de menos muchas veces, quizás por eso tampoco haya hablado de ella antes.
Como podéis ver, todo esto a mí me superaba y no podía concebir la idea de dejar todo aquello atrás y verdaderamente estaba tan perdida, que no podía pensar en otra cosa. Quizás esto podría decir, que fue uno de los momentos más duros de mi vida y que jamás quisiera repetir nada de aquello. Totalmente, estaba perdida en un mar de dudas.

El poder de amarse a uno mismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora