Capítulo 13. El supuesto adiós

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Como podéis imaginar, todo esto me superó bastante, llegando al punto de no saber como digerir todo lo que estaba pasando.
Días de llanto desconsolado, con el que se podía llenar un pozo entero de lágrimas, caminando sin saber como dar aquellos pasos, que parecían no dejar huella. Totalmente, sin rumbo alguno y sin encontrarle sentido a la vida, si ya no estaba él.
Analizando todo esto, sufría de una dependencia emocional, que ni yo sabía en ese momento que existía, por eso todo aquello me parecía más una cuesta arriba que no lograba subir nunca. Cuando sufrimos de dependencia emocional, la ruptura suele ser algo más complicada, llegando a sentirlo incluso como la muerte de alguien, que en mi caso fue como lo sentí.
Recuerdo que tenía que recoger mis cosas y
el poco ánimo que tenía, para hacer todo aquello. Pues quizás me encontraba en aquella fase de negación, de la que en realidad
no quería aceptar todo aquello y recoger
mis cosas me haría ver más la realidad, cosa que en mi interior no quería. Yo seguía teniendo las
llaves de su casa y recuerdo que alguna mañana, le avisaba de que iría a recoger algunas cosas, mientras el trabajaba.
Realmente, cada vez que entraba en aquella casa,
me removía todo, se me hacía muy difícil abandonar todo aquello y cuando se me acercaba la perra me daba más pena aún, pues ella tampoco entendería nada, e inocentemente venía a saludarme muy contenta al verme, así que siempre salía llorando de aquel lugar, en aquella situación tan difícil para mí.
Tenía muchas cosas allí y entre que se hacía difícil ir y toda la situación aquella me superaba, no terminaba nunca de recoger mis cosas. Realmente, yo no quería creer todo aquello y necesitaba tiempo para sentirme más fuerte y poder hacer frente a todo aquello.
Pasó un mes, y me habló para decirme que me ayudaría a llevar lo que faltaba y tendríamos
una última charla, a lo que me dispuse a aceptar.
Ese día me armé de valor y sintiéndome más fuerte que anteriormente, me dispuse a ir
a por mis últimas cosas y mantener esa conversación, en la que todas mis
dudas quería preguntárselas y así tener contestación.
Cuando llegué, me miró y me dijo lo guapa que estaba y que no merecía a alguien como él, que solo hizo eso porque nos hacíamos daño y porque sola, sería más feliz que con él. A lo que yo igualmente, seguía en mi idea de que si hay amor todo puede cambiar y de que si hubiésemos echo equipo todo podría haber salido mejor.
Recuerdo que al irme solo lo miré a los ojos y le dije, -prométeme que no ha sido por alguien más, el motivo de lo ocurrido, prométeme
que no hay alguien más-, a lo que él mirándome a los ojos me respondió que no, que me lo prometía y que no se me ocurriese pensar eso.
Sinceramente, me quedé más tranquila, pues ya habían habido varias personas de mi entorno que opinaban eso, por la forma en la que había echo las cosas y yo rotundamente lo negaba, así defendiéndolo, y para ser sinceros, mi autoestima estaba ya bastante por los suelos, imagina que me dice que me había dejado por otra persona, seguramente me hubiese destrozado más aún.
Al acabar esa charla, yo quedé más tranquila, pues simplemente me di cuenta de que tenía que aceptar todo lo sucedido y nos despedimos con un adiós, sin rencor.
Aunque todo pareciera acabar bien, tengo que decir que después de esto él no me lo puso tan fácil para que así fuese, a pesar de haber tomado él aquella decisión.

El poder de amarse a uno mismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora