quarente et un

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Soobin ignoró el llamado de sus compañeros para celebrar el triunfo y corrió hacia las gradas, encontrando sus ojos con los de su enamorado, quien se lanzó a sus brazos sin importarle la suciedad húmeda que lo cubría, mientras lo felicitaba y le llenaba el rostro de besos.

Aquello le dió una sensación de deja vu, pero era distinto. Era mejor.

Porque sus labios estaban conscientes de a qué labios estaban besando. Y su mente sólo tenía la bonita sonrisa de Kai rondando, ya no había nadie más que él.

No importaba nadie más que Kai.

—Te amo, Kai —se encontró murmurando con una tímida sonrisa.

Huening lo miró, completamente sonrojado, y sólo se escondió en el pecho de Soobin sin responder. Pero no importaba, porque Kai estaba allí con él, avergonzado, y eso sólo significaba una cosa.

Él también lo amaba.

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idiota • sookaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora