CAPÍTULO 3: ORIGEN

2.2K 110 46
                                    

Narra Mario

Empezaba a sentirme sucio por lo que le hacía a Luigi. Una maldita adicción que era nociva para ambos y debía desengancharme cuanto antes, antes de que Luigi se diera cuenta y no volviese a hablarme. 

Pero, ¿cómo fue que empecé a hacer esto? Bueno…

Todo comenzó hace unos tres años cuando estaba volviendo a repasarme las lecciones de medicina. Había llegado al tema que trataba del aparato reproductor masculino, el cual en ese momento me daba vergüenza, no porque fuese el órgano sexual de los hombres sino porque me le tenía asco al tamaño de mi pene, y el ver la foto o el dibujo de un pene y testículos que eran perfectos me dejaba impotente.

Al llegar al párrafo del semen leí algo que fue el detonante de mi adicción: dependiendo de la condición del hombre el sabor del semen varía. (Nota de la autora: Esto no es del todo real.)
Fue cuando mi mente se hizo aquella pregunta: ¿a qué sabrá mi semen?

Era una locura, pero la curiosidad pudo conmigo.

Aprovechando que Luigi no estaba en casa me dirigí a mi habitación, cerré la puerta de ésta junto con las cortinas por si acaso y me desnudé. No me gusta masturbarme estando vestido, estando desnudo puedo sentir a mi cuerpo, el amor que me daba a mí mismo y cómo conectaba con la Tierra. En resumen, hacía el amor conmigo mismo. Me tumbé en mi cama y comencé a imaginarme a mis amigas desnudas, incluyendo a Peach, ya que para ese entonces las chicas eran lo que más me excitaba, mientras acariciaba mi pecho, abdomen y vientre como si ellas fuesen las que me acariciasen. 

Fue cuando ya sentí a mi pene ponerse duro y listo para la diversión. Llevé mi mano hasta él y lo tomé tal y cómo le gustaba. Mi mano subía y bajaba a un ritmo normal, mi respiración cada vez era más agitada por el placer y mi piel era acariciada por la suavidad de mis sábanas, ya que Luigi era quién se encargaba de comprar el detergente y de poner la lavadora, y era obvio que Luigi tomaba siempre las mejores decisiones de los dos. Entonces fue cuando la imagen de Luigi se apareció en mi mente, con su sonrisa, sus ojitos azules y su risita. De sus labios salieron las palabras “Te quiero Mario” y ahí lo sentí: me iba a correr. 

Grité por la excitación echando mi cabeza hacia atrás haciendo presión en mi almohada con mis ojos cerrados y disfrutando de aquel momento mágico. Podía sentir cómo de mi pene salió aquel viscoso líquido blanco y aterrizaba sobre mi barriga. Estaba tan exhausto. Dejé descansar un poco a mi cuerpo para así poder levantar la cabeza y ver el resultado de aquella masturbada. La verdad es que era bastante el semen que expulsé, más de lo usual hasta donde yo recordaba, y todo porque Luigi se metió en mis fantasías. ¿Cómo iba a ser posible? ¿Mi propio hermano había hecho que me corriera?

Procuré no darle importancia, ya que me centré más en mi curiosa pregunta de a qué sabría mi propio semen. Pasé mi dedo índice por aquel charquito blanco, lo olí y me desagradó mucho el olor, pero decidido respiré hondo y me lo llevé a la boca. La textura no era tan mala y de sabor no era tan desagradable como sí lo era su aroma. Tras degustarlo me lo tragué y me quedé medio decepcionado: el sabor era como el de la mozzarella y el orégano en las pizzas. No me desagradaba pero a la vez no me lo esperaba.

Fue entonces cuando otra pregunta me vino a la mente: ¿a qué sabrá el semen de Luigi?

El día transcurrió con total normalidad hasta caer la noche. Luigi siempre era el primero de los dos en irse a la cama, lo que me daba una gran ventaja. Entré en su cuarto y allí estaba, tan dormidito y acurrucado en su cama, lo posicioné boca arriba, le retiré los pantalones del pijama, los calcetines y su ropa interior. Esta última prenda fue la que más vergüenza me dio a la hora de retirarla ya que Luigi y yo no nos habíamos visto desnudos desde hace algunos años, además de que me hacía la duda de “¿en verdad voy a tocar el pene de mi hermano?” Estaba mal, lo sé, pero mi curiosidad volvió a ganar. Ya desnudo de cintura para abajo me quedé maravillado ante aquella obra de arte creada por los ángeles, tan perfecto y bien cuidado. No había ningún pelo púbico, lo que me ponía aún más, a pesar de que yo tampoco tengo ningún pelo ahí abajo he de decir que en Luigi se veía muchísimo mejor que en mí.

Comencé dándole a su pene unas caricias suaves procurando que Luigi no se despertase y porque no quería ser tan brusco, ya que era el primer pene ajeno al mío que tocaba, pero no me sentía cómodo ni excitado. Ante la falta de excitación le quité la camiseta del pijama y ya se podía contemplar su cuerpo completamente desnudo, a lo que, para no ser él el único en estar desnudo, me quité toda la ropa y le di una caricia en su suave carita. Me dirigí hasta su pene y testículos comenzando a masajear estos últimos y besé al amiguito de Luigi mientras él seguía durmiendo plácidamente. Fue entonces cuando se pene comenzó a levantarse y ponerse erecto. Incluso estando erecto es hermoso. 

Pensé que como era Luigi, y él fue el responsable de mi última descarga de mi esencia, le daría algo mucho mejor, así que no le haría una paja, sino una mamada. Me costó un poco el introducirme en mi boca su pene porque nunca le había hecho algo similar a otra persona, pero al final lo conseguí. Era tan bonito, como lo es Luigi, pero no podía permitir que lo descubriese. A él jamás le han hablado de temas de relaciones sexuales y no era lo apropiado para hablar con él, ya que temía que entonces su dulzura e inocencia morirían, y no podía permitir que Luigi se rompiera para siempre.

Todos esos pensamientos me ponían más cachondo de lo que ya estaba y Luigi también parecía estarlo. Un poco de líquido preseminal salió de su glande y pequeños gemidos comenzaron a salir de su boca. No sabía con qué estaba soñando, pero para él era muy agradable y real. Continué con la mamada y acariciándole los testículos hasta que soltó un gritito y por primera vez se corrió, llenando mi boca de su semen. 

Saqué su pene de mi boca y me dispuse a saborear su esencia, la tragué y me sentí muy feliz: era un sabor dulce, más dulce que cualquiera de los pasteles hechos por Peach. Me gustó tanto que quería más, pero tuve controlar mi sed de su leche. 

Volví a vestirlo y me dirigí a la ducha no sin antes darle dulces sueños a mi precioso angelito.



Hola chicos 👋

Por fin me vuelvo a poner a escribir, y para éstas navidades traeré algo muy especial.
La semana que viene traeré una historia nueva basándose un poco en lo que pienso del tráiler de la película de Mario 🤔

Tened paciencia, nos vemos 😘

Leche (Mario x Luigi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora