Capítulo 4- La verdad tras el lagarto

11 0 0
                                    

Volviendo a la estación usando la Baixada de la Glòria y una pequeña serie de escaleras, al poco se encontraron en el vestíbulo principal de la estación. En la propia estación de Vallcarca, ahora renombrada como Vallcarca-Novoslavia por los rebeldes, el trío pudo recuperarse en la enfermería de las torturas recibidas, pero debido a la leve mejoría y porque sus heridas requerían más tratamiento, uno de los compañeros de Jordi (quién era familiar suyo y uno de los mercenarios de Alfons X que había sido contratado por los antiguos nacionalistas ortodoxos), decidió llevarlos al gran hospital de Vall d'Hebron, situado en las tres estaciones bajo el gran complejo hospitalario. Como regalo por salvarles la vida, Jordi les regaló unas clavijas y un mosquetón encontrados en la iglesia, ya que les podrían servir de utilidad más adelante.

Para trasladarlos, fueron llevados en una parihuela hasta un vagón equipado con un médico y con dos soldados para limpiar el camino.

De camino al hospital, la ambulancia pasó por el peligroso túnel de la L3, que había sufrido un debilitamiento estructural, hasta llegar a la estación de Penitents, de las más profundas de la red y que se encontraba bajo un hospital moderno. Esta estación, antes llena de vida, se encontraba inexplorada debido a que era complicado llegar ahí, y porque sufrieron varios ataques de los habitantes de Vallcarca, dejándola casi abandonada de no ser por los habitantes que ahí vivían, habiendo vuelto de los túneles al cesar los ataques. Dejando atrás esa estación, al rato pudieron alcanzar el hospital de Vall d'Hebron, en la estación del mismo nombre.

Al rehabilitarse rápido, les dieron el alta pronto, y con todas sus cosas mejoradas, lograron seguir hasta Mundet, cruzando el iluminado túnel de Montbau y después llegando al semioscuro tramo hasta la Confederación de Horta con una base en Mundet, con zonas llenas de setas shiitake listas para ser recolectadas.

Con una nota manuscrita, descubrieron que el lagarto había sufrido cambios por las armas biológicas, en las que se había encontrado evidencias de un lagarto muerto y que se había "fusionado" con la estatua, logrando darle vida en este mundo en el que nada es como antes, ya que la radiación ha trastocado el mundo

Evitando tropezar o molestar a los agricultores, que estaban siendo protegidos por unos soldados con abrigo, unas escopetas recortadas y chalecos reflectantes en algunos casos, el cabo Pujades de la milicia d'Horta (dando esta información a los recién llegados tras apuntarlos con su linterna recargada) les mandó al puesto fronterizo, sito en el túnel anexo. Pujades se subió los escalones y abrió la puerta algo chirriante del puesto, pidiendo los pasaportes al grupo. Cuando se sentó en la silla de plástico, Nicolae y Jacint notaron los parches de color verde con un árbol blanquecino, antaño siendo el escudo del distrito de Horta (y confeccionado con ropas saqueadas)

ESP2033 ---CRÓNICAS DE IBERIA--- BARCELONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora