Capítulo 3-Nova Barcelona

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Esa noche, la lluvia que horas antes había descargado poca agua unos metros pasó a ser una tormenta. Con los truenos y lluvia oyéndose en el interior de la estación, se encontraron que parte del túnel que iba a la estación de Urquinaona se inundó, ya las vías habían pasado en pocas horas de estar algo húmedas y con poca agua, a encontrarse semisumergidas, así que, al día siguiente, tras conseguir unos sellos para su pasaporte y un bote, Alfredo y Joan fueron hasta la zona inundada. Aprovechando que les iban a dejar pasar más rápido si se presentaban voluntarios. cruzaron toda la estación junto a un grupo de caçadors para cerrar el acceso de la L1 hasta el centro y drenar la zona del túnel con mayor cantidad de agua llevando el agua a una estación hidroeléctrica en Arc de Triompf. Usando trajes especiales de bomberos, limpiaron las zonas cubiertas de barro, lodo y agua, antes de pasar por una puerta restringida a una zona del túnel de la línea 1 que constaba de un almacén con armas, un hospital y unas camas. En la zona del túnel más cercana a Arc de Triomf, las bombas de agua secaron las vías, y el agua sobrante fue llevada a potabilizar. De vuelta en el túnel, el equipo que llevaba recorriendo el metro desde la estación de Clot dejó cerrada la puerta y siguió en la balsa hasta que se dieron contra un muelle, donde otra barca les dejó en la zona más seca del túnel debido a que había demasiada agua y no se veía el fondo.

La gran compuerta de acero inoxidable cerraba el acceso a la estación de Urquinaona, y tras rodearla, un soldado los vio. Disparó al aire y les abrió la compuerta desde la cabina de control, no sin antes encender dos focos de luz incandescente conectadas a un viejo generador por gasolina (que consumía mucha gasolina y luz, demostrando el gran poder de la coalición), dejando casi ciegos a los dos caçadors y a unos mercaderes que venían desde La Sagrera. Tras dejar al guardia sus pasaportes, noto a tientas que una voz proveniente de unos altavoces y que gritaba era la del oficial que comandaba la defensa del túnel y la estación, estando al cargo de evitar ataques a su coalición siendo la zona más próspera tras la devastación. Para subir a los andenes, tanto los mercaderes como los caçadors, subieron por las escaleras metálicas hasta el primer andén. Mientras los mercaderes iban al pequeño mercado, Alfredo y Joan (quienes llevaban unas gafas de sol prestadas por el guardia de antes) se sentaron en un barucho a despedirse. Alfredo le dio unas palmadas en la espalda y le pidió que se cuidase, ya que debía de volver a la estación de Clot. Joan, tras haber zampado su pincho moruno y algo de beber en una bandeja de un antiguo restaurante de comida rápida, observó que en otras mesas había verduras con cerdo y setas, aparte de otras bebidas en botellas llenas de polvo traídas desde la superficie. Después de la despedida y comer, el chico fue a la sala del jefe de estación, donde pensaba contar la situación de su estación con la carencia de medicinas, en relación a los ataques mutantes y a las incursiones de la secta de Sagrada Familia para pedir ayuda a la facción más poderosa.

Tras negociar infructuosamente, decidió proseguir a la capital de ese estado, situada a un túnel de distancia, a pocos metros.

Para conseguir proseguir por el territorio de la facción, debió proseguir siguiendo el (relativamente) seguro túnel desde Urquinaona a la estación de (Plaça) Catalunya, para llegar a la capital de la facción, situada bajo la Plaça de Catalunya, zona centro de la Barcelona anterior al Apocalipsis. El joven tuvo que andar una hora hasta llegar a la estación de metro, con muchas tiendas de campaña, y muchos lujos para alguien como él, porque muchas cosas de la vida antes de la guerra estaban presentes en las estaciones del intercambiador. Se duchó, comió algo, y repuso algunos víveres de su mochila, luego se durmió rápido.

Mientras esto pasaba, en el túnel entre Clot y Marina, el compañero de Joan, Alfredo iba de vuelta hacia Clot, pero mientras se distraía pensando en la estación de Glòries, recubierta de hollín y polvo, una horda de mutantes se metió en el metro por una de las entradas de la antigua estación y mientras descansaba en el suelo del abandonado y polvoriento andén, unos perros salvajes, además de unos "carroñeros", una especie de mutantes similares a jabalíes que se alimentaban de carne entraron. Como el caçador estaba medio dormido, no se dio cuenta de que se acercaban los animales...hasta que le atacaron. Una brigada de exploración proveniente de la estación más cercana y destino final de Alfredo le encontró malherido y le llevaron a un hospital de campaña cercano, donde tristemente, no pudo sobrevivir a las heridas ni a la radiación y murió a los 3 días en el hospital de campaña, antes de ser mandado a Sant Pau.

ESP2033 ---CRÓNICAS DE IBERIA--- BARCELONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora