Capítulo 7- La huída desde Montjüic

23 0 0
                                    

Las entradas a la base criminal de Arenes (la antigua estación de Espanya) estaban bien vigiladas por sacos terreros y planchas de metal, aparte de muchas modernas armas, gracias al arsenal de armas procedentes del edificio del Servei Territorial de Trànsit, y de cualquier objeto recuperado de la antigua Cárcel Modelo que sirvieran para defenderse (algunos siendo fugitivos de la comisaria de los Mossos, o de la Cárcel Modelo que habían sobrevivido desde Entença y túneles secretos, pero habían llegado a la estación de Espanya debido a los problemas de sus estaciones y a que esa era mejor para sus "negocios").

Salieron de la estación por el vestíbulo de la avenida del Paralelo con la entrada a la Fira, usando el pretexto de que iban a ir a buscar un escondite de unos prófugos por la montaña de Montjüic, logrando sortear las Torres Venecianas con sus tejados que tenían nieve cayendo al suelo, y avanzando por la Avinguda de María Cristina, al rato subiendo las escaleras de la Fuente Mágica, con su superficie congelada. Sin mirar atrás por si había algunos caçadors bandidos en la zona, revisaron cualquier zona hasta que pudieron esconderse en la mole del MNAC situada en el Palacio Nacional de Montjuic. El edificio estaba con las cúpulas nevadas, con partes de los pisos superiores sin ventanas, con polvo y goteras cubriendo los pasillos del museo. Entrando al Museo por las puertas de emergencia al lado del aparcamiento, Jacint y Nicolae lograron despistar a unos posibles perseguidores, y minutos más tarde se encontraban bajo la gran cúpula central, cuyos frescos se habían empezado a deteriorar debido a la lluvia, nieve y humedad. Con los cristales rotos, el aire frío se metía en el edificio, pero sirvió a los dos para localizar la salida a las escaleras de emergencia, las cuales subieron hasta el techo, contemplando la vista de Montjüic. Poco a poco bajaron, saliendo por una ventana rota hasta la Avinguda dels Montanyans, y subieron a la montaña por los jardines secos y llenos de cadáveres con nieve que eran los Jardins Joan Maragall, llegando a la Avinguda del Estadi, luego llamada unos metros más adelante Avinguda Miramar. Varias mutaciones provenían de la Fuente de Mercurio, que había logrado inundar trozos del suelo en la Fundación Miró, al mantenerse en estado líquido (por congelarse el mercurio a -37.9ºC)

Con la mole del Estadi Olímpic Lluís Companys al lado de ellos, tuvieron que parar en una escalera, al empezar a notar mucho jaleo y ruido proveniente del Estadio Olímpico. Aunque desde lejos este se veía con partes de metal caídas y oxidadas, con ventanas rotas y las puertas de acceso algo desencajadas, cuando alzaron la vista esa noche, vieron que todo el complejo estaba restaurado, y repleto de miles de personas, aparte de notar una flecha flameante surcar el cielo. Se quedaron algo maravillados, pero volvieron a la realidad cuando una manada de jabalíes y unas jaurías de mutantes, entre los que había perros, ratas y un "pajarraco" con su nido en las Torres Venecianas se acercaron, con lo que dispararon a esas criaturas, debilitando a muchos de ellos, pero debiendo huir de los que quedaban todavía.

Corriendo rápidamente, se metieron por unas calles que daban a dos edificios, en los que pudieron reponer fuerzas poco a poco y cambiar los filtros de sus máscaras de gas, pero debido a que se acercaban las ratas mutadas y se oían los ladridos de los perros, debieron proseguir su huida; siguiendo por la calle de Los Tres Pinos. Saltaron por una ladera que se encontraba al lado de unos viveros, logrando tener pocas magulladuras, pero sin daños importantes. Para no ser perseguidos, decidieron continuar explorando por esos viveros, y lograron recolectar unas bolsitas con semillas que estaban sepultadas en uno de los edificios, como prueba de su "recolección", y tras esto bajaron hasta llegar al edificio del Funicular de Montjüic. Con sus techos nevados, las ventanas rotas y una entrada protegida por barricadas, saltaron y cerraron varias de las puertas, logrando parapetarse de los animales, y herirlos. Por miedo a que les volvieran a atacar, decidieron volver al metro, pero usando la ruta hacia Para·lel usando el viejo funicular.

Tras cerciorarse de que no les seguían los mutantes, siguieron las flechas de anteriores incursiones de caçadors hasta llegar a las vías, pero cuando iban a montarse en el funicular, descubrieron que, excepto un vagón que estaba unido a las vías por cuerdas, el resto de los vagones del lado de arriba se habían caído, formando una barricada en la bajada, salvo por unos agujeros con puerta creados en el túnel inferior. A tientas, Jacint encontró un arnés, el cual se puso, y le dio otro a Nicolau. Cuando los dos estaban sujetos, con una buena agarradera creada en el metro y que llevaban desde que las encontraron en la estación de Nova Slavia/Vallcarca dadas por Jordi, bajaron hasta el escalón inferior de la plataforma del funicular. Se agarraron bien a la vieja cuerda instalada desde el techo, gracias al mosquetón reforzado, y poco a poco empezaron a descender, notando el frío viento de la tramontana perpetua que reinaba en la ciudad, salvo en los tramos de túnel. Bajando algo más deprisa, gritaron al acercarse a la terminal de Para·lel, donde un guardia vestido con máscara de gas les había notado y preparó una red para evitar que se dañasen.

ESP2033 ---CRÓNICAS DE IBERIA--- BARCELONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora