A los pocos días, llegó un mensaje desde el oeste... Los puestos avanzados de Rodalíes en la superficie, más concretamente en la Colonia Güell y el valle del Llobregat, habían captado el movimiento de una especie de vagoneta que venía del norte, de la zona de Martorell, y que había bordeado por el norte el río Llobregat hasta llegar a la estación de Colonia Güell, dado a que el sur del delta y el Aeropuerto de Barcelona estaban altamente irradiados. En la estación donde habían llegado, habían abandonado su dresina, que usaba el chasis de un Land Rover Santana tras ser parados y forzados a dejarla en la vía, la cuál era su medio de transporte, y que fue requisada para inspeccionarla "por órdenes del jefe de estación". Tras cruzar la helada boca del Llobregat por su propio pie, para ello atravesando el vado sobre el puente ferroviario entre Sant Boi y Cornellà, los extraños habían sido interrogados en Cornellà Riera debido a su entrada por el túnel, siendo liberados al comprobar que eran comerciantes y argumentando que llevaban algunas armas para defenderse; para así no tener muchas complicaciones. Allí se presentaron como provenientes de Vilanova i la Geltrú. Gracias a ello, pudieron seguir su viaje por la L8 del metro barcelonés, hasta la estación de Europa | Fira, en la que el clan bandido de los Tuitivos (formado por bolivianos que habían sobrevivido en la estación y tenían al resto de población de la estación sometidos como sirvientes o forzados a defender la estación desde la superficie), había secuestrado a los cuatro, pero antes de ser torturados, el "señor de la guerra" Perot Rocaguinarda, principal líder de la facción de los Nou Nyerros, quién se había interesado por los cautivos, decidió liberarlos por miedo a que sus estaciones fuesen derrotadas por las facciones vecinas, quienes se habían pertrechado mejor y querían destruir a los bandidos de la L8; debido a que ocupaban las estaciones de Europa | Fira, Ildefons Cerdà (cuyo nombre había sido cambiado a Serralonga, por el mítico bandolero del siglo XVII Joan Sala i Ferrer), Magòria - la Campana, Pl. España (renombrada a Arenes), Rocafort y Monumental.
Irónicamente, la vida de ellos se había salvado por una partida de chinchón...
Cuando los cuatro expedicionarios se hallaron fuera del control de los bandidos, llegaron al Hospital Clínic para ser curados de la mejor forma posible, pero el rumor de su llegada acabó llegando a todas las facciones del metro en días.
Pocos días después, un grupo de mecánicos de Poble Sec llegaron al hospital, donde pidieron ayudar a los vilanovinos con su vehículo, y repararlo en caso de malfuncionamiento. Aceptaron un poco a regañadientes, a cambio de poder exportar sus conocimientos y una pequeña alianza comercial. El grupo se puso en camino, siguiendo la ruta de ida hasta la línea 8, pero debió de parar su periplo en Plaça de Sants, para conseguir un permiso para alcanzar la línea 1 hasta Rambla Just Oliveras, la siguiente estación habitada tras las dos bajo Rodalies; tras las gestiones pertinentes, un caçador de L'Hospitalet- Avinguda Carrilet, quién volvía a su estación, les hizo de guía.
La línea 1 era impracticable en el tramo de Can Serra a Plaça de Sants, por la cantidad de peligros para sortear en esa zona de la Línea. La propia Can Serra y Florida estaban inexploradas dado a su cercanía a la superficie, y a los mutantes de Torrasa. Santa Eulàlia y Mercat Nou, pese a ser cubiertas, ya se situaban a ras de suelo, siendo imposible la vida ahí por la radiación, aunque de vital importancia para los ingenieros de Rodalies, al estar cerca de las cocheras de Santa Eulalia y la Central Transformadora de Sants.
Salieron con algo de preocupación de Plaça de Sants, pertrechados en un vagón de metro descarrilado a la salida del túnel hacia Mercat Nou. Lograron ponerse unas máscaras de gas con filtro antes de salir a la superficie, sorteando al vagón, mientras seguían los oxidados raíles de la vía descubierta por la nieve. Según lo que habían oído, decidieron abandonar temporalmente la línea de metro por las escaleras heladas de Mercat Nou, donde los cristales de la estación habían sido destruidos, y la nieve se acumulaba en el techo que no había cedido a las dos décadas de invierno nuclear. Con cuidado y después de amartillar las escopetas y sacar unos machetes, bajaron y pasaron detrás del acceso de la estación, evitando tocar los restos del ascensor medio caído de la estación.
Desde la Carrer de la Riera de Tena, siguieron hacia el sur, hasta la intersección con el Carrer de la Constitució. Para continuar de manera paralela a la vía de metro, tomaron como referencia el Carrer Santa Eulàlia, que corría similar a la línea. En vez de seguir por dicha calle directamente hasta su destino, después de torcer y cruzar bajo el puente de la vía del tren en el Carrer d'Enric Prat de la Riba, prosiguieron por el Parque de la Cabaña. Como una manera más rápida de llegar a la estación de metro, siguieron la vía hasta la estación de L'Hospitalet de Llobregat, gracias a que saltaron el pequeño muro de hormigón en la Avinguda Vilafranca, y así prosiguieron de forma más cautelosa, la llegada hasta la estación de Rambla Just Oliveras usando las viejas vías del tren.
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ESP2033 ---CRÓNICAS DE IBERIA--- BARCELONA
Science FictionMetro 2033 en España. HISTORIA 1 ---LAS RUINAS DE LA CIUDAD CONDAL--- (Barcelona)