eterno › heehoon.

iv.

su tercer día es tan normal como el segundo. es casi igual, sólo que ese día además de entrar un violento heeseung, entra otro chico llamado jungsu, se ve muy tierno a ojos de sunghoon, pero está casi suspendido por atrevido, dice soobin.

los recesos, minji lo ayuda a limpiar y de a poco se siente un poco más cómodo con su presencia.

el almuerzo, soora le habla de sus dos hijos, jihyo de su niño y sooyeon de que desea casarse. taeyeon lo hace reír con su fingida extrema tristeza por su soledad.

son todas muy amorosas cuando hablan de sus hijos o pareja, sunghoon duda de que alguna vez sus padres hayan hablado así de él si no es con una sonrisa formal a sus amigos de negocios.

por la tarde, cuando entra al despacho de soobin, se sorprende al encontrar todo revuelto, el escritorio con todo tirado y los cajones con los expedientes que personalmente ordenó tirados por el suelo. soobin está en una esquina luciendo neutral. como profesionalmente está acostumbrado a lucir.

—¿qué pasó aquí? —balbucea sunghoon.

—un expulsado muy descontento.

el silencio cae, soobin tiene una mano en su barbilla y sunghoon nota que está apretando el mueble tras el con mucha fuerza

—¿soobin...?

—siempre es horrible expulsar a uno, para mi todos son capaces... quiero, extrañamente, ver a mi hijo. —ahora luce abatido

—ve a casa temprano, yo ordeno, confía en mí. —sunghoon es demasiado bueno, lo sabe.

—no, eso sería muy poco ético.

—ve a ver a tu hijo, dale mis saludos, yo ordenaré.

—no podría...

—sirve para ambos, si me toma más, es un día menos.

sunghoon sonríe y por fin soobin acepta. le deja las llaves del despacho y le repite mil veces gracias.

una vez sólo, suspira. y comienza por el escritorio dejándolo igual a como lo recuerda. la parte difícil son los expedientes pero si se apresura, lo logrará a la hora.

lleva la mitad de todo cuando suena el timbre final. tendrá que quedarse más.

lleva tres tercios cuando una hoja se vuela de sus manos y cae en una esquina, junto a la puerta. va a buscarla y cuando se agacha a recogerla la puerta se abre casi golpeándolo ya que se abre hacia donde él está.

la persona que entra no lo ve, es heeseung. entra directamente a los estantes que él levantó y lo ve buscar lo que probablemente es su expediente y sonreír cuando lo tiene en sus manos. para ese momento él ya está de pie.

—¿qué haces aquí?

heeseung se sobresalta, por poco deja caer el expediente y lo mira aterrado. solo dura un segundo aquello.

—¿tú qué rayos haces aquí? —sunghoon resopla. con qué derecho.

se acerca hacia el ladrón hasta estar frente a él y espera a que devuelva la carpeta.

—voy a llevarme esto. —dice heeseung en cambio. —y tú no dirás nada.

su tono grave suena amenazador. pero eso no lo intimida.

—dame eso.

heeseung sonríe sarcástico.

—bastardo valiente, ¿debo repetirlo? —su voz suena aún más grave y de pronto luce como si fuera a golpearlo.

para marcar su punto, heeseung alza su mano y la mueve bruscamente y corto, dejándola alzada.

sunghoon admite que se asustó, pero no iba a dejarse intimidar tan rápido y menos con algo tan importante para soobin como su trabajo.

con lentitud levanta su mano y desliza su palma sobre la de heeseung. sus manos, como lo pensó, polos opuestos. la mano ajena es más grande, los dedos son más largos y es raposa. las mira por un momento para luego ver a heeseung como lo quería, con la guardia baja por la sorpresa.

aprovecha ese momento para quitarle la carpeta y alejarse hasta poner el escritorio entre ellos.

—ahora vas a salir de aquí y yo no diré nada.

heeseung aprieta la mandíbula y lo ve con seriedad. hace el amago de acercarse pero resuenan pasos fuera del lugar, hay alguien pasando por el pasillo y sunghoon abre la boca en una clara amenaza de "voy a gritar".

—me debes una.

le dice antes de desaparecer por la puerta.

es un total hipócrita, él no le debe nada, eso era robar. más bien heeseung le debe una.

media hora más tarde, mientras sale, aún no puede creer que le dijera que le debe una.