xxvii.

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heeseung llevó el vaso a sus labios y bebió sin arrugarse en su interior, el fuerte alcohol. no estaba borracho, quería estarlo pero sabía que no podía. riki estaba mirando un punto fijo en la mesa, distraído. lo conocía tan bien como para saber que estaba debatiéndose entre contarle algo o no.

—cuéntame ya. —exigió con rudeza.

riki hizo una mueca antes de hablar. —sunghoon llegó al supermercado hace unos días...

heeseung apretó el vaso entre sus dedos.

—¿qué le dijiste?

—nada. bueno, él solo quería saber cómo estabas y no pude negarme.

heeseung asintió.

—amigo, sabes que no quiero meterme, pero el chico está mal. se veía tan frágil que quise abrazarlo. —con amenaza, miró a su amigo directo a los ojos para buscar en ellos una pista de que riki había tocado a sunghoon. —no me dejó hacerlo, pero lo necesitaba.

su pobre sunghoon.

heeseung lidiaba con la culpa de lo que estaba haciendo cada día. el día en que el ex novio de su madre estaba borracho, cuando vio el corte en su rostro y la preocupación de sunghoon, se sintió tan culpable. ese inocente y dulce chico no merecía estar en medio de las cosas por las que heeseung había pasado y pasaba.

heeseung debía cuidar a su madre, y no podía meter a sunghoon a ese mundo. tenía que alejarse. alejarse de lo que más amaba, por su bien. y cada día, dolía más.

—no puedes emborracharte. —le advirtió riki, cuando se estaba sirviendo más alcohol.

su madre y él estaban viviendo en casa de riki. su amigo accedió a que estuvieran ahí mientras las cosas se calmaban. lo único que lograba distraer su mente de sunghoon, era su madre. estaba intentando dejar el alcohol pero la adicción era difícil y su madre tenía un problema. cuidarla era complicado, la mujer tenía ataques de ansiedad, arranques de violencia y noches donde lloraba por horas.

era una montaña rusa que le hacía fácil el no pensar tanto en sunghoon, lo cual era útil, porque si pensaba demasiado en él, terminaría corriendo a buscarlo. riki era un gran amigo y no le decía nada, aunque veía en sus ojos como le disgustaba su decisión y preferiría mil veces que hablara con sunghoon. heeseung quería, pero estaba seguro de que le sería imposible alejarse de sunghoon si volvía a ver su rostro.

estaba tan jodido por el chico, que se recordaba cada cinco minutos que lo hacía por sunghoon.

—lo extraño como no tienes idea, pero no voy a dejar a mi madre y él no tiene que presenciar esto. no.

con un suspiro, riki empinó su propio vaso, dándole una mirada cargada de lástima.

—tu madre necesita un centro de rehabilitación y tú, ir con sunghoon. puedes visitarla ahí, heeseung. —intentó persuadirlo con la mirada, heeseung no la devolvió. —puedo conseguirlo, yo lo pagaré, no tienes que...

—¡ya hiciste demasiado por mi! —no quería gritarle a su amigo, al que tanto le había dado, pero estaba tenso, molesto y deprimido como la mierda. —tengo que resolverlo por mi mismo. es mi madre, yo puedo sacarla adelante.

terminó la conversación con esa frase, se levantó de la mesa y volvió a la casa de riki, sin la compañía del dueño de casa, que para darles privacidad, se quedaba con un amigo que era de dinero, pero le gustaba la vida algo alocada y riki era bastante bueno para eso.

cuando llegó a la casa, su madre dormía profundamente, estaba tal como la había dejado cuando salió con riki.

no estaba borracho, estaba sobrio, era un ser racional en sus cinco sentidos. y estaba pensando, pensado en sunghoon. la cabeza pronto le dio vueltas de tantos recuerdos y tomó sus cosas para salir otra vez.

eterno › heehoon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora