xxiii.

224 35 4
                                    

lo que restó de tarde, sunghoon se preguntó una y otra vez cuál era la razón de ocultarle a jiu su noviazgo con heeseung. ya que, aunque quiso decirle, las palabras no abandonaron su boca. no sentía vergüenza, no pensaba que ella lo iba a juzgar pero se sentía extraño. proclamarlo su novio no debía ser un problema tan grande como lo estaba siendo.

estaba tan sumido en sus pensamientos que cuando heeseung apareció a su lado, dio un respingo.

—¿qué te tiene tan concentrado? —le preguntó. caminaban juntos hacia la salida trasera, no de la mano, aún habían estudiantes alrededor.

—no le he dicho a minji.

—¿qué no le has dicho?

sunghoon se acercó un poco para susurrar. —que tú y yo, somos... ya sabes.

—¿qué somos?

—lo sabes.

sunghoon no estaba mirando a heeseung, pero cuando el chico se detuvo, se vio obligado a girarse y verlo a los ojos. se miraba algo molesto.

—dilo.

"eres mi novio" pensó sunghoon, pero cuando quiso decirlo, se le hizo más complicado.

—sunghoon, dilo.

—eres mi novio. —susurró muy lento y despacio.

heeseung resopló y siguió su camino.

sunghoon lo alcanzó en el estacionamiento.

—no te molestes, ni siquiera yo sé por qué es tan difícil, es nuevo para mi, lo siento. —tomó su mano pero heeseung no se veía menos molesto.

—es difícil porque no quieres decirlo. voy a ir a casa hoy, nos vemos mañana.

y sin más, se fue. más allá, sunghoon lo vio juntarse con un par de chicos y caminar fuera de su vista.

esa tarde, cuando llegó a su casa, para hacer peor su día, su madre estaba en el lugar

—hola, mamá. —saludó con cordialidad.

—¿aún quieres jugar con fuego, sunghoon?

la mujer estaba centrada en su celular, pero su mandíbula apretada delataba que no estaba tan desinteresada como quería mostrar.

—no comprendo.

—heeseung. el departamento. ¿debo seguir?

sunghoon tembló en su lugar pero no bajó la mirada de aquellos ojos que seguían ignorándolo.

—no estoy jugando con fuego, estoy siendo feliz.

—¿debo decirle a tu padre?

sunghoon sintió sus ojos humedecerse.

—yo...

—tres días y se acabará el servicio comunitario. tienes prohibido acercarte a heeseung en estos tres días y cuando acaben, vas a deshacerte del departamento. desobedece y tu padre va a enterarse.

cuando acabó de hablar, lo miró por fin. sostuvo los llorosos ojos de su hijo sin sentir ningún tipo de pena y salió de la casa. sunghoon aspiró temblorosamente cuando estuvo solo.

antes, no se sentía lo suficientemente valiente para tomar sus cosas e irse de su casa, pensó que heeseung estaría ahí y le daría todo el coraje que necesitaba, pero esa tarde, sus manos no temblaron en lo más mínimo cuando llenó su maleta negra de las cosas más necesarias y abandonó su "hogar" sin mirar atrás.

tomó un autobús al departamento y apenas estuvo ahí, se dejó caer en la cama que solo tenía un colchón.

no lloró pero sintió miedo.

no pudo dormir por lo que deambuló por la casa, ordenó algunas cosas y de pronto sintió ganas de pintar. salió del lugar pasadas las doce de la noche buscando pinturas, por suerte existían aquellas tiendas que estaban abiertas las veinticuatro horas.

de vuelta, corrió la cama y en la pared más grande de la habitación comenzó a pintar.

no sabía qué pintaba, ni siquiera el por qué de sus acciones.

estuvo tanto tiempo pintando que el sol lo sorprendió en su ventana sin cortinas. su ropa estaba manchada de todo tipo de colores. y cuando entró a la ducha el agua se tiñó de arcoiris.

llegó a la escuela cuarenta minutos después de su hora debida, soobin le recibió con una sonrisa que se borró al verlo. sunghoon llevaba su traje de muñeco, no había podido evitarlo, pero su rostro lucía demacrado, lo sabía por el espejo del baño.

—¿estás bien, sunghoon?

no respondió. no quería hablar, solo hizo su trabajo. no salió al receso, en cambio se sentó en el lugar de soobin sin hacer nada.

no quería hacer nada, no quería pensar pero no podía evitarlo.

la ansiedad se mostró en su pierna cuando la campana del receso de almuerzo sonó. debía ir a ayudar a la cocina, pero no quería. no quería ver a heeseung porque tenía miedo.

cuando soobin salió a comer, sunghoon se agachó y se metió bajo el escritorio, escondiéndose de todo. abrazó sus piernas y se quedó muy quieto. estuvo mucho tiempo así, solo quieto, creyendo que había evitado cualquier cosa mala que pudiera pasar, cuando de pronto la puerta fue abierta.

no era soobin, el llegaría en diez minutos más.

sunghoon se hizo más pequeño cuando reconoció la voz de heeseung llamándolo. creyó que se iría al no ver a nadie dentro, pero el chico se adentró en el lugar y sunghoon vio sus piernas cuando estuvo de su lado del escritorio.

lo observó pasearse por el lugar y se asustó cuando heeseung tomó la silla de soobin y la alejó para sentarse. sus rodillas estaban frente a sus ojos. heeseung estiró una pierna y le dio en la mano, sunghoon no pudo evitar soltar un gemido de dolor.

en segundos heeseung estaba agachado viéndolo con confusión.

—¿sunghoon? ¿qué haces ahí?

en respuesta, sunghoon se encogió más en su esquina.

—¿de qué te escondes? oye, háblame...

heeseung se arrodilló y gateó para estar frente a sunghoon. sin emitir palabras, lo atrajo a sus brazos.

—estás asustándome ¿podrías decirme qué te pasa? —su voz suave hizo a sunghoon flaquear.

—estoy escondiéndome de ti. —le dijo con sinceridad.

—lo noté, ¿por qué?

—mi madre lo sabe todo, ayer me prohibió acercarme a ti...

—¿tienes miedo de lo que te haga?

sunghoon negó con la cabeza.

—no, ayer me fui de la casa al departamento, pero tengo miedo por ti, ya tienes muchas cosas malas en tu vida y no quiero que por mi culpa tengas más, ya no tenemos que vernos, heeseung. tienes que alejarte de mí o te haré mal.

cuando todos sus pensamientos de la noche anterior salieron, sunghoon lloró por fin, entendiendo que no estaba asustado de su madre, sino de perder a heeseung.

lloró con más ganas al sentir la risa de heeseung.

—eres un idiota. —le dijo heeseung, desconcertándolo.

—¿y ahora qué hice?

—no me voy a alejar de ti por eso, ahora me necesitas más que nunca y por favor, no le tengo miedo a tu madre la estirada. a esa mujer le hace falta una buena follada ¿sabes?

sunghoon rió entre lágrimas.

—¡heeseung, sigue siendo mi madre, no digas eso!

—¿sabes a quién más le falta una buena follada? a mí, necesitamos estrenar tu nueva casa.

sunghoon rió con más ganas, acompañando las carcajadas de heeseung. y así, con las mejillas mojadas, sorbiendo sus mocos y riéndose, sunghoon lo vio todo claro.

"te amo" pensó, pero no lo dijo.

amar va más allá de decirlo, el amor se demuestra, y sunghoon iba a demostrarle a heeseung todos los días que lo amaba.

eterno › heehoon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora