xxvi.

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al otro día, heeseung no apareció. tampoco apareció al siguiente.

para el tercer día, sunghoon necesitaba respuestas y fue a la casa de heeseung, con el cuerpo tembloroso entró al lugar.

—¡heeseung!

no hubo respuesta.

bastó un recorrido a todo el lugar para saber que no había nadie, tampoco estaban sus cosas. las habitaciones estaban vacías. heeseung no estaba.

heeseung se había ido.

sunghoon se quedó en la habitación de heeseung, observando las vacías paredes mientras se calmaba.

heeseung no lo abandonaría, el sabía cuánto lo necesitaba ahora que estaba solo. no era capaz de dejarlo. no.

convencido, abandonó la casa y volvió a su departamento. cocinó para si mismo y se acostó luego. heeseung volvería cuando las cosas estuvieran mejor.

pero heeseung no volvió. 

al menos no en una semana. una larga semana donde sunghoon ya no recordaba lo que era dormir de corrido. hace dos días su madre había aparecido en su departamento, le advirtió que tenía tres días para volver a su casa o su padre vendría. sunghoon lloró toda aquella noche, porque heeseung lo había abandonado, su hermano tampoco aparecía y su padre vendría a golpearlo hasta cansarse.

era el temido tercer día, en el que su padre vendría. sunghoon temblaba de pies a cabeza. sin poder aplazarlo más, llamó a jay.

—¿hoon? ¡llevo buscándote más de una semana! ¿dónde mierda te metiste?

con la voz temblando dijo. —jay, ayúdame...

—¿qué ocurre? ¿dónde estás?

—va a venir, jay... —sus ojos se aguaron y un gemido lastimero escapó de sus labios.

—dime ya donde estás, joder.

luego de darle la dirección, se quedó sentado en el suelo de su habitación, mirando la puerta con miedo de abrirla el mismo. se sobresaltó cuando golpearon la puerta principal con violencia. podía ser jay. pero también podía ser su padre. con ese pensamiento se acercó cuidadosamente, deteniéndose cada vez que la puerta era vuelta a golpear.

—¡mierda, sunghoon, soy yo!

apenas escuchó a jay corrió a abrir, pero no le explicó nada hasta que llegaron a la casa de su amigo. se dejó abrazar con fuerza mientras relataba todo, desde el momento en que heeseung había desaparecido hasta ahora. no lloró, porque se dijo a si mismo que era demasiado.

esa noche, durmiendo entre los brazos de jay, pensó con cuidado su situación.

no tener a heeseung no significaba que ya no podría ser libre. era capaz de salir adelante, no lo necesitaba. aunque con pesar, pensó en que sí necesitaba a su hermano. heeseung no, pero lo extrañaba tanto. sus sonrisas, sus besos, sus bromas sucias, o la manera de abrazarlo y convencerlo de que todo estaría bien.

no necesitaba a heeseung, claro que no. y aún así, se durmió pensando en sí el chico se encontraba bien. y con el pensamiento de que ya no debía pensarlo como su novio, sino como su ex pareja.

al amanecer, mientras desayunaban, jay lo miraba preocupado.

—puedes quedarte aquí cuanto quieras. —le dijo.

sunghoon sonrió.

—solo me quedaré unos días, porque no quiero estar solo, pero luego volveré a mi departamento.

—¿qué te parecería vivir conmigo? puedo irme cuando quieras y...

—no. —lo cortó. —tienes a sunoo y están tan enamorados que en cualquier momento dejan el país para casarse. —intentó bromear, pero la sonrisa se quedó a medias en su rostro.

eterno › heehoon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora