viii.

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miércoles solía ser su día favorito de la semana. la mitad de todo en su mente. le gustaban las mitades. pero ese miércoles en particular no desea nada. la adrenalina que conllevaba todo lo extraño y nuevo sucedido la tarde anterior se había esfumado y sunghoon solo podía pensar en lo incorrecto que había sido todo. él era un ayudante, heeseung un estudiante. estaban dentro de la escuela. no necesitaba más problemas en su vida, no estaba acostumbrado a ellos. estaba decidido mientras caminaba por la mañana al despacho de soobin, de que lo que fuera que sucedía entre él y heeseung debía parar, 

y por segundo día, heeseung estaba ahí, pero el aire se sentía distinto, había algo distinto. lo supo en cuanto estuvo del lado de soobin en el escritorio y observó claramente el rostro medio morado de heeseung. él estaba intentando ocultarlo con sus lentes oscuros, pero el color morado verdoso llegaba a la mitad de su mejilla derecha.

—sunghoon, necesito un momento, por favor.

soobin sonaba muy afectado, y tratando fallidamente de no parecerlo.

sunghoon no tenía ganas de pasear pero sus pies lo llevaron al patio. agachó la mirada y por alguna razón, le parecieron un chiste sus perfectamente lustrados zapatos negros de vestir. sus jeans claros, su suéter negro, su camisa blanca abotonada hasta el cuello y para rematar su corbata negra.

 ¿qué estaba fingiendo ser?

vale, reconocía ser una persona formal, que no hablaba mucho y algo introvertido, pero eso no lo hacía un niño rico pretencioso.

sunghoon pateó una envoltura de chocolate a sus pies. agachándose inmediatamente a recogerla y ponerla en un basurero. comenzaba a aburrirse por lo que volvió por donde vino, quizás podría ir a ayudar a las cocineras, pero mientras iba por el pasillo, la puerta a lo lejos del despacho de soobin fue azotada con fuerza. heeseung caminaba en su dirección, los lentes ya no los traía y sunghoon se detuvo en seco al ver el hematoma en su pómulo. su ojo se veía bien, solo algo rojo.

ambos se vieron a los ojos cuando heeseung notó su presencia.

sunghoon no creyó que heeseung deseara hablar, así que caminó intentando no molestarlo, pero fue detenido por un brazo cuando quiso pasar por su lado. heeseung tomó sus brazos y lo jaló hasta ponerlos rodeando su torso. luego le rodeó el cuello. después de todo heeseung seguía siendo un humano que de vez en cuando necesitaba un abrazo.

sunghoon lo hizo con cuidado, apoyando su mentón en uno de sus hombros.

—¿qué pasó? —ningún humano está libre de curiosidad ni preocupación. menos sunghoon.

—clarence me golpeó. bueno, nos golpeamos...

—¿quién es clarence

—es el novio de mi madre. no se llama clarence, yo llamo así a todos sus novios para molestarla. —heeseung tenía la voz apagada y cansada.

—¿y dónde estaba tu madre cuando eso pasó?

—drogada en el sillón...

sunghoon retuvo el aire. sus problemas siempre fueron básicamente la falta de tiempo y cariño de sus padres, pero eso era nada frente a lo que vivían otras personas, frente a lo que vivía heeseung.

—no puedes vivir ahí. —sentenció con molestia.

—es eso o la calle.

—yo puedo ayudarte...

—ni lo pienses. —heeseung lo cortó. —no te estoy pidiendo caridad.

—¿qué tan a menudo pasa esto?

heeseung no contestó. guardó silencio el tiempo que estuvo en sus brazos. luego se apartó, le dejó un corto beso en la mejilla y desapareció por el pasillo.

eterno › heehoon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora