Capítulo 5

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— Bienvenidos a mi escondite— presenta Rudy una casita de un piso bastante sencilla

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— Bienvenidos a mi escondite— presenta Rudy una casita de un piso bastante sencilla.— Usadlo cómo si fuera vuestro, pero no os paséis.

    Abre la puerta y Soap, Ghost, Alejandro y tú entráis detrás del él, viendo un pequeño salón con un sofá, una mesa y unas cuatro sillas; una pequeña despensa; un baño y cocina conectada al salón.

   Con la caza de Hassan y todo el revuelo del ejército, Alejandro pensó que era mala idea ir al cuartel y decidió ir a uno de los lugares seguros, siendo este propiedad de Rodolfo.

— Hay sacos de dormir en la despensa.

— ¿Podéis dejarme el portátil?— preguntas a los hombres que te acompañan.

— Toma, chamaca.

    Agarras el portátil de las manos de Alejandro y lo enciendes mirando la hora. Eran las una la mañana, por lo que en España ya estarían despiertos en el ejército.

    Primero contactas con Kate para que te pueda poner en contacto con tu coronel. Una vez que lo consigue, te encuentras frente a la cara de Antonio.

Nerea, ¿Qué tal por allí?

— Buenos días allí, coronel.

— ¿Qué tal la misión?

— Estamos avanzando— respondes dudosa.

¿Eso es una herida?

— No es nada— respondes rápidamente ocultando la venda tirando de tu manga hacia abajo.

Si te pasa algo le declaro la guerra a Estados Unidos— ríes un poco ante la falsa amenaza, sobretodo por las caras de Rodolfo y Alejandro, quienes entendían las conversación perfectamente. — ¿Qué necesitas?

— Laswell, Price y Gaz tienen que hacer un movimiento en España. No requieren de soldados, pero sí una autorización por si tienen problemas con nuestras autoridades al desconocer de nuestros movimientos.

Sabes que no puedo hacer eso, y en caso de que pudiera, sería un procedimiento que requiere de un tiempo que dudo que tengáis.

— Es importante, señor, estamos hablando de un grupo terrorista. Falsifique los papeles.

— Bien— suspira—. Ahora te paso lo necesario, no me hago responsable.

— Muchas gracias, coronel.

    Antonio Torres cuelga y diez minutos después de puro silencio para tí mientras tus compañeros discuten sobre la liberación de Hassan, llega un documento que tienes que descodificar. Luego, se lo pasas a Kate.

    Respiras hondo apagando el portátil y dejándolo en la mesa.

— ¿Todo bien?— te pregunta Soap.

Entregados a la guerra [John "Soap" MacTavish]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora