Entregados a la guerra [John "Soap" MacTavish]

Capítulo 13

    Te sientas a un lado de MacTavish, con Ghost y Gaz en frente. Price se fue a la cabina con los pilotos.

— Los ingleses me vais a matar— murmuras echando la cabeza hacia atrás con cuidado de tu herida.

    Cuándo te das cuenta de que ninguno hablaba y que había una tensión creciente, vuelves a enderezar el cuello y los miras. Ghost tenía sus ojos clavados en tí.

— ¿Ocurre algo?— te atreves a preguntar.

— ¿Estuviste en un correccional?— su pregunta te desconcierta y te toma por sorpresa.

    Tenías todos los ojos en tí, cosa que te puso nerviosa, aunque ninguno parecía juzgarte.

— Sí— respondes.

— ¿Por qué?— te remueves en tu asiento.

— No es necesario que contestes. No es algo obligatorio — Soap te da una mirada reconfortante antes de incriminar a Ghost con la misma.

— No, está bien, sólo... Bueno, no esperaba tener que decir nada.

— Graves lo sabía.

— Porque tuvo acceso a su historial— responde Price entrando en escena—, al igual que el de todos nosotros.

— ¿Tú también sabes de mí?— le preguntas.

— Laswell me dió información suficiente, pero quiero decirte algo, Nerea— Price se sienta a tu lado mirándote—. No juzgamos a nadie por su pasado, aquí nadie lucha sólo, y la guerra está ahora, no hace diez o veinte años.

— Gracias— le sonríes sintiéndote protegida. Pero era un sentimiento distinto al que sentías con Soap.

— No tienes pinta de ser alguien que haya estado en un correccional— Gaz se burla un poco haciendo el ambiente más ameno.

— Te juro que fue lo peor — ríes un poco antes de mirar a Ghost—. Había problemas en casa y bueno, yo me escapaba, eso me hizo juntarme con gente que no debía, y empecé a fumar, beber y no aparecía por días. Así que me enviaron a un correccional, cambié, pero no por lo que me hicieron allí, sino porque ya no estaba con mis padres. Una movida todo.

— ¿Qué te hacían en el correccional?— preguntó Ghost.

— Ghost— Soap trata de retenerlo.

— No te preocupes — calmas a MacTavish —, entiendo que después de saberlo te interese saber con quién trabajas.

— Me hacían pasar hambre, me pegaban, me dejaban sin duchar o mínimo tener agua durante días. Pasé calor, frío e infecciones— suspiras—, todo para que valorase lo que tenía. Pero es que en casa era igual, por lo que no extrañé mucho. Una vez, me hicieron andar veinte kilómetros con una mochila de quince kilos en la espalda después de estar dos días sin comer.