Fue difícil oír los detalles de lo sucedido por parte de mi madre y el doctor, al persistir la idea en mi cabeza de que todavía era un viernes 12 de septiembre del 2017, a pesar de que el calendario del celular marca un 8 de febrero del 2018. También lo es escuchar que el otro conductor, aquel que me golpeo, llevaba en la sangre alcohol al momento del accidente y ahora está en la cárcel.
—... es normal que te sientas desorientado Valentín, y parezca poco creíble lo que te estamos contados.
Trata de apaciguar la realidad el doctor, un hombre de unos cincuenta años y al que al parecer nunca le han cuestionado sus palabras, por lo que yo no lo hago, pese a que una parte de mí quiere gritar que nada es normal.
— ¿Cuánto tiempo deberá estar aquí?
Pregunta mi madre dejando de jugar con mi mano entre las suyas, al tiempo que contempla al hombre.
— Lo tendremos en observación dos días más... —responde al tiempo que concentra sus ojos en mí— por cierto, la enfermera que te encontró esta mañana me comento que...
— No es nada.
Me precipito solo por la presencia de mi madre, pero él parece no entenderlo.
— Que vieras a alguien que no estaba en la habitación, no deja de ser relevante. Las alucinaciones visuales pueden ser debido a algún daño o secuela del accidente, para esto te realizaremos unos exámenes.
Cuando siento que ella me mira totalmente confundida y preocupada, maldigo al viejo y a la poca suspicacia que tienen los doctores de hablar de ciertos temas, ¿no puede venir y decirle a alguien con un poco de empatía que está presentando alucinaciones, el que la está teniendo? No estamos hablando del maldito clima.
— No creo que sea necesario hacer exámenes, a lo mejor aún estaba dormido o la anestesia...
— Hágalo, doctor.
— No, no lo hará —interrumpo— Mamá... creo que soy lo suficiente mayor como para decidir lo que quiero y no quiero hacer.
— No, el psiquiatra...
— Eso fue hace años, mamá.
— Eso es lo que crees tú, pero para mí, aún se siente como si fuera el día de ayer.
— Bueno, Pamela, ese es tu problema por no querer superar las cosas y querer adherirte a los malos momentos, culpándote cuando claramente no tienes ni la más mínima idea de lo que me pasa a mí y eso resulta irónico.
— Detente.
Me quedo callado cuando la voz de Eluney se ha escuchado muy clara en mi cabeza, como un pensamiento, solo que no lo es, porque yo no lo he formulado y de forma automática miro hacia la ventana para encontrarla allí con las manos ocultas detrás de su espalda.
— Creo que deberías disculparte.
Habla otra vez, pero no veo que mueva su boca, por lo que supongo que me lo ha dicho por alguna comunicación telepática muy de película y extraño. Veo como sus ojos se desvían hasta mi madre y yo la sigo encontrando a la mujer que me ha traído al mundo destrozada por mis palabras.
Maldita sea.
— Yo...
— Los dejaré un momento a solas —comenta el doctor justo en un mal momento y luciendo muy incómodo.
— Gracias.
Digo conteniendo mis deseos de gritarle.
— Él no tiene la culpa de que aún desconozcas el término autocontrol —dice Eluney viendo de reojo como el doctor abandona la sala, para percatarse que estoy por replicar, a lo que agrega— no te dirijas a mí si lo que quieres es preocupar a tu madre más de lo que ya lo está.
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Siempre...
Romance¿Qué harías si un día tienes un accidente en el que debías morir, pero sobrevives y ahora ves al que resulta ser tu ángel guardián? Eso es lo que le sucede a Valentín, un hombre de 32 años que tiene una vida común como cualquier persona, pero que lu...