Capítulo 17. Amar.

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Tomar el autobús de vuelta a la ciudad es una cosa muy diferente. Voy de pie la mayor parte del viaje y cuando hemos llegado a la terminal estoy tan cansado que agradezco obtener un taxi apenas salgo del edificio.

Falta poco para las ocho de la noche y apenas hemos llegamos a unas cuantas cuadras del departamento y de camino paso por una tienda donde compró un aperitivo, nada más para evitar encender la cocina, esto último a Eluney no le parece una buena cena, pero es comer una hamburguesa o nada.

El cielo está casi negro y la brisa fresca me remueve un poco el cabello. Eluney camina al lado derecho y sus ojos aún van a la bolsa que llevo entre las manos.

Espero que diga de nuevo algo al respecto, pero opta por todo lo contrario.

— ¿Cambiarías algo de tu vida?

Es una pregunta inesperada y a la cual le tengo una respuesta muy clara.

— Muchas cosas.

La noche anterior pensé en esto, de hecho, si existiera la oportunidad de cambiar algo, lo haría sin pensar en las consecuencias.

— ¿Cómo cuáles?

— Los intentos de suicidios. Terminar la relación que tenía con Sebastián, la primera vez que lo hicimos. Amar y respetar más a mamá, le dije cosas horribles. Ser más empático y menos egoísta con las personas que me rodean y muchas otras cosas, ¿A qué viene la pregunta?

— Curiosidad. Estaba recordando la conversación que sostuviste con Samuel.

A veces me parece raro que se concentre en los pequeños detalles que pasarían desapercibidos.

— Nunca considere cómo le había afectado... supongo que te sentiste identificada con él.

Sus ojos se quedan fijos en mi rostro y solo los desvía cuando ve un auto acercándose a nosotros al llegar a la esquina de una calle que estamos por cruzar.

— Fue la primera vez que intentaste quitarte la vida. La noche anterior habías estado pensando intentarlo con perseverancia, y a la mañana siguiente, justo antes de marcharte, tomaste un frasco de píldoras que Pamela guardaba en el baño. Fue entonces que pensé "no hay vuelta atrás, lo hará".

Lo recuerdo también. El frasco estaba casi lleno y lo arroje a la mochila al tiempo que la abuela me gritaba que me apresurara o se me haría tarde.

Tomé mi bicicleta y me marché sin decir adiós, para ese entonces casi no hablaba con nadie, ni siquiera con la abuela, aún no iba al psicólogo ni al psiquiatra y mamá aún suponía que yo no recordaba nada de lo que Héctor me había hecho, pero ya lo hacía y tenía pesadillas al respecto. Además, no tenía apetito y apenas dormía... estaba tan cansado, me culpaba a mí mismo porque eso es lo que Héctor me dijo y yo lo recordaba con una horrible claridad.

— Llegaste al recinto de práctica del club y cuando te quedaste solo en el camerino ingeriste casi todo el frasco. Yo no pude hacer nada, solo te vi hacerlo.

Entonces tengo la sensación de que frente a ella no ve quien soy ahora, sino a ese niño con camiseta y shorts azules que tenía grandes ojeras.

— Saliste y fuiste a trotar con los demás, pero cada vez te quedabas más atrás. Samuel te llamó la atención y vio que estabas apesadumbrado, somnoliento. Pero no sabía lo que habías hecho, aun así, fuiste de regreso a los camerinos casi arrastrando los pies.

Todo daba vueltas, esa era la sensación y fue empeorando a tal grado que no pude dar un paso más, así que me quedé quieto justo a unos pasos de llegar al edificio. Lo último que hice fue girarme a ver a Samuel.

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