Por su expresión sé que está comenzando a preocuparse, o, mejor dicho, asustarse.
Una buena mentira me salvará de esta, lo sé y es en lo primero que pienso, pero no tengo tiempo de mediar ni racionalizo lo que hago. Intercambio una rápida mirada con Eluney, quien se ha recuperado del asombro y se mantiene concentrada en Diana.
Todo sería más fácil si no pareciera un loco hablándole a ella, pero tengo que comunicarme y eso implica desde ahora tener que ser más precavido si no quiero terminar en otro hospital con algún psicofármaco.
— Ey, hola... emm... resulta que desde que desperté me di cuenta de que mi gran sueño ha sido ser actor... y estaba... dramatizando un poco... porque es algo que quiero hacer, apenas salga de aquí... y...
Creo que alguien me dijo esta mentira o la vi en algún lado porque no creo que la haya podido crear por mí mismo, es demasiado buena.
— Parece que no te cree —comenta Eluney aun contemplando a mi hermanastra.
Sus palabras no ayudan y lo sabe, pero de cierto modo parece que para ella también es complicado el no comunicarse conmigo.
— Bueno... me alegro por eso... yo... solo venía a despedirme... y —dice un tanto convencida y logrando que yo me sienta un poco aliviado— a darte una disculpa... no debí de arrojarte la cartera a la cara.
Lo último es inesperado y trato de aparentar que es todo lo contrario para que ella no perciba que no esperaba su disculpa.
— No, está bien. Creo que me lo merecía —me apresuro a decir cuando ya está a mi lado— tú estás preocupada y yo simplemente estaba siendo hiriente con tus sentimientos...
— No. No te lo merecías.
Siento los ojos de Eluney sobre mi cara y tengo que esforzarme un poco más en ocultar en que ella está ahí, también disimular mi asombro al oír a Diana ser sincera y no tengo reparo en ello. Quiero decir, puede ser orgullosa y tiene un problema en admitir que se ha equivocado y al parecer no soy el único que es consciente de eso, por la forma sigilosa en que Eluney se mantiene, lo doy por hecho, además me dijo que no le agradaba y esa tiene que ser la razón, pero es Diana y no es la primera vez que discutimos, no es la segunda ni la tercera, es algo que es parte de nuestra forma de comunicarnos.
— ¿Cuándo nuestra relación se transformó en una que funciona a base de gritos? —pregunta triste, tomando una de mis manos— si te soy sincera, extraño la buena relación que teníamos.
Guardó silencio. Yo también extraño eso, pero la mayor parte de las cosas que me ha dicho han sido hirientes y lo único que han logrado es que yo responda. Que no confíe en ella y que me sienta mal.
— Está siendo sincera.
Habla Eluney a través de mi cabeza como si fuera mi inconsciente y yo no dudo en debatir sin saber si realmente es capaz de oírme o qué sé yo.
Claro que sí, pero una parte de mí no deja de sentir que el que lo sienta y se esté disculpando tenga una especie de temporalidad y en menos de lo que tarda en salir el sol nos estaremos gritando otra vez.
— Morirás —apenas Eluney dice eso, yo no puedo evitar mirarla. — Y lo lamento. Pero puedes hacer de estos días una segunda oportunidad para redimirte de tus acciones y recuperar las relaciones que aprecias y ser feliz.
Su voz que se escucha solo en mi mente demuestra la tristeza que su rostro no deja ver.
— O vivir eligiendo, no creer en cada una de mis palabras hasta que los hechos sucedan y lamentar, no haber tratado de ser feliz sin miedo ni rencores, recuperar lo perdido y apreciar hasta el último minuto.
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Siempre...
Romance¿Qué harías si un día tienes un accidente en el que debías morir, pero sobrevives y ahora ves al que resulta ser tu ángel guardián? Eso es lo que le sucede a Valentín, un hombre de 32 años que tiene una vida común como cualquier persona, pero que lu...