En algún punto simplemente fui hasta mi cama, con los ojos maltratados de tanto llorar y cuando Eluney se recostó a mi lado diciendo "estaré aquí hasta que te duermas" solo pude sonreír y prepararme para tomar una siesta.
En esta ocasión no soñé con cosas del pasado, solo que estaba a la orilla de la playa viendo como las olas se rompían y desasían en la arena, rodeado de una extraña calidez y tranquilidad que fue interrumpida cuando sentí los dientes de Señor Miau morder mi nariz.
Desperté de inmediato y asustado ante tan repentino ataque. Desorientado, miro a mi alrededor y veo que ya está por comenzar el atardecer a través de la ventana. Sin más salgo de la cama, a lo que Señor Miau me sigue sin más preámbulo pensando de seguro que su objetivo se ha logrado y le daré de comer, pero cuando me detengo en medio de la sala de estar, maúlla con lamento.
Despeinado y aún somnoliento, lo miro.
— Sí, lo sé, tu comida —respondo pasando una de mis manos por la cara y yendo hasta la cocina— y para la próxima no me despiertes de ese modo ¿Quieres? —le regaño a lo que me responde con otro maullido.
— Por poco no despiertas.
Doy un pequeño brinco llevando mi mano a la altura del corazón. La que ha dicho lo último ha sido Eluney de forma repentina. Se percata de que me ha dado un susto de lo peor.
— Lo siento.
Solo asiento retomando mi tarea de alimentar a Señor Miau.
— ¿Cómo te sientes? ¿Te duelen los ojos?
Pregunta de pie frente a la estantería de madera color café donde tengo unos libros, cedes de películas y pequeños obsequios que he obtenido de regalo. De allí la veo tomar la bola de cristal de nieve personalizada que me obsequio una amiga de universidad llamada Tamara. En el interior hay una pequeña figura que según ella soy yo, con traje de astronauta sosteniendo un paraguas.
— Bien y un poco, lo normal luego de llorar —respondo viéndola acariciar el cristal con los dedos— ¿Te gusta?
— ¿Esto? —dice alzando dicho objeto— sí. Tamara lo hizo por si sola y te lo obsequio como regalo de cumpleaños, luego de que admitieras que querías ser astronauta. Recuerdo que cuando lo recibiste, estabas tan sorprendido.
— Si, porque dentro de esa esfera mi sueño se había hecho realidad, era un astronauta. —admito acercándome hasta estar a su lado y contemplar la bola de cristal más de cerca— Aún me costaba lidiar con el hecho de que algún modo todos te mienten algunos sueños no se cumplen. No serás un príncipe a menos que nacieras con el derecho y en la época para serlo. No serás un doctor a menos que tengas el dinero para serlo. No serás un cantante pop a menos que tengas talento, así que si, algunos sueños no se cumplen y debemos vivir con ello.
— Y a pesar de todo eres feliz —señala alzando el rostro para verme a los ojos.
Entonces se me ocurre una idea para obsequiarle algo mañana.
— Es por lo único que se debería tener aspiraciones —respondo, en cambio, comenzando a trazar un plan para poder hacerlo realidad— bueno, un poco.
Sonríe un tanto divertida y deposita entre mis manos la pequeña bola de cristal, la que vuelve a su lugar cuando comienzo a ver que el atardecer está iniciando en el horizonte. La invito a ir a la azotea, pero lo rechaza comentando que desde el balcón luce igual de hermoso que desde más altura, así que juntos salimos y vemos el cielo volverse naranja.
— Eluney... ¿Te puedo pedir algo?
Pregunto un tanto inseguro y rogando que no haya malinterpretaciones.
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Siempre...
Romance¿Qué harías si un día tienes un accidente en el que debías morir, pero sobrevives y ahora ves al que resulta ser tu ángel guardián? Eso es lo que le sucede a Valentín, un hombre de 32 años que tiene una vida común como cualquier persona, pero que lu...