Capítulo 14

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Inmersión
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POV. Cassandra Kahler.

Proceso y resumo el remolino de pensamientos en mi mente, mientras miro al suelo.

El hechizo, me protegía la mente y bloqueaba mi núcleo que ya tenía despierto desde que tenía 3 años, gracias a una runa —tengo más—, en mi espalda que es ocultada por la rosa. También bloqueaba las runas y algunas cosas más que no quisieron contarme. Cuando pregunté respecto al despertar, Lu dijo que la meditación hacía que el hechizo lo tomara como una orden para liberar parte del maná de mi núcleo.

Respecto a los recuerdos, mi madre sólo explicó por encima, mientras que Lu era el único que profundizaba en el tema. Habían cosas que sólo me las decía telepáticamente, aunque me avisó de antemano que no lo sabía todo sobre mis memorias faltantes.

Actualmente, me habían dejado sola para que pudiera tomarme mi tiempo en deshacer esa parte del hechizo que bloquea mis recuerdos y el poder  actual de mi núcleo.

Suelto un suspiro frotándome la sien. Seguramente tendré un nuevo trauma después de esto.

Tal y como me dijo Lu, me tumbo en la cama y relajo mis músculos antes de cerrar los ojos. Me concentro en llevar todo el maná que pueda a la rosa de mi brazo.

Pasan lo que parecen horas, mientras voy sintiendo pequeñas punzadas de dolor allí, hasta que siento un fuerte tirón, como si hubiera deshecho un nudo.

Y después, me sumo en la oscuridad.



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Oscuridad y silencio.

Pueden ser tanto tranquilizadores como inquietantes. Todo depende de las circunstancias y del punto de vista de la persona.

En mi caso, fueron las dos cosas, puede que en un principio se sintiera pacífico el estar en la oscuridad después de tanto vivir una vida sin casi descanso, sentirte como una mota de polvo en la inmensidad del universo, se sintió bien. Pero con el pasar del tiempo, poco a poco fui recordando qué y quién era, qué hice y por qué. Entonces, la tranquilidad se fue convirtiendo en una sensación inquietante y después, en una tortura.

Estaba flotando allí, a la deriva, como un barco sin rumbo ni destino en una oscuridad perpetua, sin sonido, olor ni sabor. Cualquier cosa que hubiera podido detectar antes, ya no podía.

Me negué a creer lo que mi subconsciente se estaba empezando a dar cuenta y trataba de decirme. Intenté respirar, abrir los ojos, sentir la contracción de mis músculos, morderme el labio hasta sangrar, apretar mis dientes,  curvar los dedos de mis manos y pies, rotar mi cuello, escuchar los latidos de mi corazón, gritar. Pero... No hubo ninguna respuesta de parte de mi cuerpo.

Y oh, Dios mío, deseé con todas mis fuerzas volver a sentirlo todo, incluso el dolor aunque no me considerara una persona masoquista.

Pero simplemente existí.

La realización me golpeó como una bala y deseé que esto no fuera real.

«Estoy muerta» el simple pensamiento me desgarró el alma.

Cualquier pensamiento de evitación o de aceptación que tuviera hacia la muerte antes, se disipó. Entré en negación. No pude creer el hecho de que había caído en el abrazo de la muerte.

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