Capítulo 3

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Clases y caza

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Te van a entrar bichos en la boca si sigues así” me mira, inexpresivo.

Cierro y abro la boca, procesando la situación.

—¿Cómo? —logro balbucear.

Lu resopla, como si le hiciera gracia la pregunta y señala con su hocico la marca de la "mordedura accidental" en mi antebrazo derecho. La observo y es cuando algo en mi cabeza hace clic.

Aaaah.

—Eres mi vínculo —afirmo asombrada. Había leído sobre el tema y era bastante interesante.

El perro blanco asiente.

Las preguntas, como un remolino de viento, acuden a mi mente.

“Oye, que esto no es un interrogatorio” me dice con tono gracioso, medio molesto.

—Entonces, cuéntame lo que puedas —digo curiosa.

Lu suspira.

La verdad, es que no puedo decirte mucho hasta que llegue el momento. Por ahora lo que te puedo contar es sobre mis habilidades”.

Alzo una ceja, ¿hasta que llegue el momento? ¿Qué quiere decir con eso?
Le enseño mi puño con el pulgar hacia arriba, estando de acuerdo.

Puedo manipular el aire, transportarme, sanar y transformarme en diferentes criaturas” explica.

Abro la boca formando una pequeña o.

Eso explica muchas cosas.

—¿Y cómo funcionan? —pregunto con interés.

El ojidorado me da algo parecido a una sonrisa.

“Eso ya lo verás”.

Oímos los pasos de alguien aproximarse. Guardamos silencio, mirando la dirección de la que provenían.

Vislumbro el cabello castaño de mi madre. Esta vez, recogido en una coleta alta.

Cierro los ojos, sabiendo lo que eso significa.

Intento quitarme con rapidez a Lu de encima, pero no puedo.

Lu me mira, malicioso.

Suerte~” y se levanta. Poniéndose en otro sitio para ver el espectáculo que se iba a montar.

Abro más los ojos, dándome cuenta de la jugarreta que me acaba de hacer.

—¡Creía que estábamos en el mismo equipo! —le señalo con el dedo, acusadora.

Oigo reír a Lu en mi mente.

—Cariño, toca entrenamiento~ —mi madre canturrea, acercándose a mí con aura amenazadora.

Busco un lugar al que huir y esconderme, pero descarto la idea. Porque es imposible huir de mi madre.

Probando suerte, pongo cara de cachorro lastimado.

—Mami, ¿no podemos dejar el entrenamiento para otro día?

Mi madre niega con la cabeza, cada vez más cerca de mí y su aura siniestra aumentando.

Trago saliva.

Mamá ya delante de mí me coge de las piernas y empieza a tirar de mí para arrancarme de mi sitio.

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