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──But i crumble completely when you cry ──grito Minho acompañando la música. Soojin se giró emocionada y de inmediato lo siguió.

──It seems like once again you've had to greet me with goodbye ──Mentiría si dijera que no se encontraba agitada. Desde la mañana había estado en el lugar de Minho, moviendo cajas, limpiando, ordenando, cocinando y ahora cantando.

Cuando el instrumental llegó Soojin respiró permitiendose sentir como el aire salía cálido de su nariz, a diferencia del ambiente frío que se extendía por todas partes a medida que el sol descendía.

──¿En qué momento te aprendiste esta canción?

──Es así, me pegaste tus gustos. Igual es un poco difícil de pronunciar.

──Ajá ──dijo un poco despistada a la vez que acomodaba las numerosas tazas con las que el mayor contaba ──¿Por qué tienes tantos vasos si sólo eres tú? Yo también te robé a Taylor.

──Taylor es del pueblo, para las y los rotos y engañados. ──Soojin mantenía una expresión de "?". ──Podriamos decir que admites que mis gustos son superiores a los tuyos.

──Claro, es obvio. Mira las personas que nos gustan.

Minho festejó, porque de la ignorancia proviene la felicidad. Hasta que se dió cuenta. ──¿Me estás diciendo de mal gusto?

──Oh, escucha, es Last Kiss.

Con el recipiente aún en mano Soojin iba de un lado al otro cantando como si el alma se le fuera en ello, mientras que Minho intentaba reírse de ella, a la vez que recuerdos volvían a él.

La música resonaba apagada con el sonido de voces y líquidos vertiendose en vasos. Una calidez cómo de vidrio, falsa y frágil. Las personas iban de un lado a otro como si rumbo les faltase, y en el medio de las olas Minho solo se encontraba, perdido en el océano de su mente. Las ideas pasaban por su mente, descartandose rápidamente, su mente analítica cuestionaba cada situación.

Primero pensó en irse, pero luego pensó que no tenía nada más interesante que hacer en su hogar. Luego, en tirarse a la piscina, habiendo olvidado que le temperatura oscilaba en menos de diez grados centígrados. Pensó en jugar a los videojuegos, en explorar la habitación de Changbin, en jugar a la mafia todos juntos, siendo todas las ideas descartadas en masa. Fastidiado se puso a caminar por la extensa casa, pasando por alto los caros muebles y las lujosas lámparas, simplemente necesitaba algo con qué distraerse.

Y lo encontró, pero hubiera deseado que no hubiera sido. Que aquello no estuviera pasando.

En uno de los balcones, algo alejado de la gente y la música, unos sollozos se ahogaban entre los hipos, vagos intentos de intentar calmarse. Se acercó un poco más y vió una silueta delgada y cabellos largo y negro. Soojin, apoyada contra la pared, tapándose la cara con las manos, llorando sola y desamparada.

Minho se quedó quieto, no sabía qué hacer. ¿Por qué siempre se encontraba a Soojin llorando? Era la segunda vez en el año. La realidad es que Minho no estaba muy acostumbrado a ver personas llorando y mucho menos a consolarlas, siempre tenía miedo de empeorar la situación con sus chistes ácidos. Pero, tras meditarlo unos segundos, creyó que lo mejor era adentrarse al balcón. Intentar ayudar y fallar era mejor para él que quedarse sin hacer nada y preguntarse si pudo hacer más.

Así que abrió el ventanal y entró haciendo que Soojin respingara y se secara sus lágrimas antes de ver quién era. Minho le sonrió y se apoyó a su lado en la pared, ambos mirando hacia las falsas estrellas que se extendían sobre el manto de extensas construcciones, brindando esperanza a las almas rotas, coma las que la observaban esa noche. Minho pasó un brazo por el hombro de Soojin y la atrajo hacia sí, haciendo que apoye su cabeza en el hombro de él. Escucho en los auriculares que tenía puestos una canción triste y al máximo volumen, como si intentara silenciar sus pensamientos con una canción que los describía.

rosa chicle # lmhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora