06 ﹙lluvia y confesiones a uno mismo﹚

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──Soojin, esto es nefasto.

De inmediato la hizó entrar, cerrando la puerta con velocidad. Se quitó su abrigo y se lo puso por los hombros. Su ceño fruncido le hacía sentir incómoda

¿Le molestaría su presencia allí?

A cada instante que pasaba Soojin se convencía de que sí.

Pero no podía irse ahora. Si su intención era no molestarlo lo debería haber pensado antes, ahora debía simplemente afrontarlo. Su semblante decayó un poco pero trato de que no se le notara. En ese momento solo quería que la lluvia parase pronto para poder volver a casa.

Minho cerró sus ojos para tranquilizarse.

No era precisamente que ver a Soojin le hubiera enojado. Lo que en realidad le molestaba de ella era su inconsciencia.

¿Cómo se atrevía a aparecerse así como si nada?

¿Cómo se atrevía a no preocuparse nunca por su salud?

¿Cómo se atrevía a pensar en él cuándo necesitaba ayuda?

¿Cómo se atrevía a hacer que se preocupara por ella?

Lo mantuvo cerrados unos segundos y aflojó su expresión. Intento darle una sonrisa para que no lo malentendiera y le palmeó la cabeza. Sintió su cabello mojado y se apresuró a llevarla al ascensor, donde le hablaba en voz algo baja de que justo estaba viendo una serie aburrida, ella sólo asentía. El calor de la calefacción no se comparaba a la calidez de la voz de Minho en ese instante, que por un momento olvidó el frío que sentía.

Él fue con velocidad a su habitación, volviendo con ropa abrigada y limpia. Le señaló el baño y le hizó el gesto de la ducha. Soojin lo miró con recelo, casi con un puchero en los labios. Minho, por dentro, sonrió.

Finalmente ella cedió; el frío y la obstinación de Minho hacían que la idea de estar calentita, con ropas grandes y en el tan cómodo sillón que estaba allí fuera muy tentadora.

Se metió allí, admirando el baño una vez más. Era pequeño, pero estaba tan limpio y bien distribuido que le sorprendía que fuera un varón el que viviera allí. Pero siempre terminaba recordando que no hablaban de cualquier hombre, sino de Lee Minho, y entonces sus comisuras dibujaban una sonrisa tonta que se forzaba a eliminar mientras se miraba al espejo.

──¡Minho! ──gritó. Él apareció frente a la puerta, la cuál se abrió y una mano apareció; le extendía la ropa mojada. Chistando la tomó, rozando sus manos con las de ella y sintiendolas heladas.

Soojin estaba en un concierto improvisado y él no sabía qué hacer. Si sentarse a seguir viendo, si levantarse a cocinar algo, si encerrarse en la habitación a esperar que se vaya o echarle de inmediato. Al final se entretuvo en tender la ropa cerca de la estufa. Ella salió rápido de la ducha y se metió a la cocina, inspeccionando todo por arriba.

──¿Tienes de esos fascinantes panes que hace tu papá por ahí?

──No, pero hay galletitas de agua.

Ella chisteo negando con la cabeza y se sentó en el sillón. Con un almohadón de distancia, Soojin no sabía qué hacer. Él se veía relajado, como en su propia casa. Soojin se rió a ese pensamiento y él la miró, inquiriendo con la mirada que le dijera de qué se reía.

Lo miró sonriendo, ──No, no, de nada ──Y volvió a reír como tonta. Las cosas más tontas le causaban ataques de risa que nadie podía parar.

Minho se le acercó con curiosidad, un asomo de sonrisa dibujandose en sus comisuras. La observó atento. Algo cohibida tomó su teléfono para escribirle a su hermano.

rosa chicle # lmhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora