El cielo se teñía de colores rosados que hacían notar la ausencia progresiva del sol. Sus pies avanzaban lentamente mientras sus ojos observaban de manera superficial las vidrieras a su derecha. Sus manos se veían sin fuerza mientras que la bolsa que llevaba se sostenía apenas por su meñique.
Su cabello rosado lucía una trenza que le llegaba hasta un poco más arriba de la cintura, y estaba vestida con una camisa blanquesina de tela bambula decorada con puntilla en los bordes, haciéndola lucir fresca.
Sus pies se detuvieron a la vez que se le iluminaron los ojos y una sonrisa quería mostrarse. Subió el escalón, abrió la puerta de vidrio haciendo sonar una pequeña campanita, opacada por la música en la tienda. Se extendían ante ella dos pasillos libres y pulcros, y de un lado y el otro, ropa lista para comprar.
Muchas cosas le gustaban a Soojin, pero quizá la moda era la que más le apasionaba. Se veía cuando se levantaba temprano en la mañana para lucir a su gusto, en sus redes sociales, en su habitación, y en sus metas. Le encantaba las mil y un posibilidades que había en algo tan banal como la ropa, y como ella podía interpretarlo a su gusto.
Sí, se sentía algo bastante sola haciendo compras por si misma, pero llenaba su mente con las futuras situaciones en que podría usar cada cosa que veía, de manera que el brillo en sus ojos, en vez de eliminarse, aumentaba cada vez más. Una bolsa colgó en su codo una vez que salió, su sonrisa se ensanchaba obligándose a reprimirla.
Faltaba en realidad nada para que se hiciera de noche, mas Soojin no deseaba volver a casa aún.
──Estoy perdido en el mismo lugar esperando que sostengas mi mano, estoy atado a tí en el mismo lugar, desátame o déjame acercarme más; waitin′ all day.¹
Cantaba en voz baja una de las canciones que tocaban sus amigos. Chan, que era amigo cercano de ellos, siempre le pasaba las canciones en secreto, y ella las disfrutaba más de lo que se permitía creer. No podía creer que aún no los llamará una discográfica.
Se mordía los labios para no sacar los audífonos y escuchar la canción, y mientras se distraía pensando en donde comería. Casi como una casualidad, en la vereda de en frente un restaurante cálido y acogedor se veía y a pesar del horario ──que era temprano── había bastante gente. Se cruzó y entró, una canción relajada de rock se escuchaba y muchos vinilos estaban pegados a la pared. Se sentó en una de las mesas para dos, del lado del sillón. Un sillón verde, fascinantemente cómodo del que no querría levantarse jamás.
La canción cambió a una en italiano, más como hard rock, que combinaba muy bien con el mozo que se presentó frente suyo. Llevaba una camisa negra que marcaba su tonificado cuerpo, el cabello algo despeinado y su rostro perfecto, serio y apático.
──¿Le tomo la orden ya? ──preguntó y, en contrariedad a su imágen, su voz se hallaba animada, como si hablara sonriendo por dentro.
──Eh, yo──. Soojin se pegó mentalmente al darse cuenta que se había distraído tanto con la música que no notó la carta frente suyo. La hojeo rápidamente notando los colores vibrantes y muchas imágenes de instrumentos musicales. ──Dame cinco minutos más.
Él se marchó en silencio. Ella avergonzada no podía concentrarse en leer bien sus opciones. Cuando Minho volvió, pidió una pizza para una persona con ananá y un chopp de cerveza. Luego reaccionó que no le gusta la ananá en la pizza.
──¿Qué diablos me pasa hoy?
──Que sé yo. ──dijo por lo bajo dejando la bebida sobre la mesa y llendo a atender otra mesa. Ella amagó hacer un puño por debajo de la mesa y él sonrió cómo si hubiera logrado su objetivo.
Soojin terminó su pizza sin dejar las ananás de lado; no podía dejar su ego romperse en público. Revisó la hora, 21:42. Pidió la cuenta, la pagó y al disponerse a salir una mano la frenó. Con suavidad y determinación la tomó de la muñeca, soltando el agarre al captar su atención.
──Mi turno termina a las diez, espérame.
Atontada, parada en medio del pasillo, quedó mirando a un punto fijo como si pensará que vió un fantasma. Tomó sus bolsas y se dirigió ahora sí a la puerta; al salir caminando lentamente. A su lado llegó él a paso ligero, tarareando alguna canción que ella no conocía. La luna estaba pequeña y oculta, pero hacía brillar los ojos de Minho, que parecían albergar todas las estrellas que se ausentaban en el cielo.
Caminaron en silencio, compartiendo el ritmo y los juegos de los pies. Se sentaron en la parada de colectivo, sabiendo que era su lugar. El único sitio en que estaban solos, en silencio compartiendo sus almas, como si fuera de los pocos momentos en todos los años que se conocían que podían entenderse el uno al otro.
Soojin tomó su teléfono y buscó algo. Se lo tendió a Minho quien acto seguido comenzó a reír tentado. Era esa risa en la que se tapaba la boca y miraba hacía el lado contrario, con los ojitos achinados y llenos de lágrimas. Era una foto estúpida, casi sin gracia, pero era el humor de Minho. Ella, al verlo reír así, también se tentó. Ella se reía mostrando todos los dientes y encorvandose hacía delante, golpeando sus muslos sin fuerza.
Al rato ambos se calmaron y el le devolvió el teléfono. Subieron al autobús y ella respondió unos mensajes que le habían llegado. Sintió de pronto un peso en su hombro y molestias en el estómago. Minho se había recostado en ella y miraba atentamente la pulsera en su muñeca. Estaba demasiado concentrado en ver cómo los dijes de peces chocaban entre sí por el movimiento como para notar el sonrojo de la chica a su lado.
Soojin bajó el brazo y guardó el teléfono, cohibida. Un bostezó escapó de él y se puso a jugar con la cadenita, que ahora estaba a su alcance. Con la mirada atenta de ella sobre él, se quedó dormido.
1: fragmento de la canción "I wait" de DAY6.
ᨳ bizcochitos
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rosa chicle # lmh
Fanfictionpor mucho que fingieran indiferencia, su relación era rosa chicle: tierna, brillante y subestimada. lee minho y bang soojin se conocen desde hace diez años. siendo el mejor amigo de su hermano, chan, siempre terminan juntos, aún sin tener ninguna am...