11 ﹙domesticación y finalización﹚

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Sus pestañas largas caían sobre sus pómulos y mejillas hinchadas. Su flequillo, desordenado y enredado que dejaba apreciar su frente con esa piel tan hermosa y lastimada y Soojin no podía apartar la vista de ninguna facción suya. Tan precioso, tan natural, jamás se aburriría, jamás podría quitarle los ojos de encima. Minho se removió entre las sábanas ──sus sábanas, detalle que no podía omitir ──y estiró los brazos, con los puños cerrados tal como haría un gatito. Tras unos minutos abrió los ojos y esbozó una sonrisa diminuta, aún adormilada. Soojin enrojeció. Era una sonrisa mañanera para ella ──sólo para ella, envuelto en sus sábanas y despertando en su cama── y decidió guardarla en su memoria para siempre.

Él quería hablarle, quería preguntarle tantas cosas. ¿Dormiste bien? ¿Soñaste algo? Espero no haberte pateado. ¿Te gustaría desayunar? ¿Prefieres bañarte a la mañana o a la noche? Minho cada vez pensaba en más cosas a medida que se iba despertando, pero el momento se sentía demasiado frágil para romperlo. Verla a su lado, sonrosada y con los ojos hinchados, mirándolo con una atención y sentimientos tan difíciles de interpretar. Podría ser admiración, podría ser pasión. Podría incluso ser amor, mas Minho estaba seguro de no querer ilusionarse con lo inexpresable ni con las suposiciones de un él enamorado. Estaba decidido a esperar a una confirmación, a no dejarse engañar por sus fantasías ni a presionarla con sus esperanzas. Estaba seguro de todo eso, hasta que la escuchó.

Soojin movió sus labios al verlo tan ensimismado, perdido en sus ojos. Movió los labios, y dijo algo aunque inaudible.

Al notar su rostro confuso, volvió a susurrarle.

──Creo que te amo.

Minho no quitó la vista de sobre ella. Entreabrió los labios y mostró sorpresa en todo su rostro. Minho ya no estaba tan seguro de sus decisiones.

──Te quiero muchísimo, lo sé. Desde que tu rechazo me causaba dolor y desde que tus regalos me causaban sonrisas. Y aunque te quiero muchísimo, este sentimiento que surge en mi pecho y se expande por mis venas no sé cómo llamarlo. Sé que podría ser amor, y da un poco de miedo──interrumpió por unos instantes en los que se perdió en los ojos de él y los suyos propios de aguaron ──Pero no me da miedo decírtelo. Creo que te quiero muchísimo, y que te amo con esto que está surgiendo entre nosotros. Quiero amarte, sin miedos ni restricciones. Algo entre nosotros, algo que se sienta tan nuestro que ni siquiera sepamos cómo llegó a ser nuestro. ¿Quieres amarme como yo te amo a tí?

Soojin habló en un hilo de voz, sintió su garganta cerrarse al hacer esa última pregunta y el nudo se terminó de formar al ver una lágrima caer del muchacho. Él se acercó y la aferró entre sus brazos. Tal como ella, no podía ni hablar. Eran tan parecidos, no podían controlar lo que surgía en sus corazones y sus sentimientos los gobernaban más de lo que ellos lo hacían. Pero en ese momento, Minho agradecía el sentimentalismo de Soojin y la incapacidad de retener lo que surgía en ella.

Minho ya no estaba seguro de nada, pero quería estar junto a ella, abrazándola, sabiendo que se sentían de la misma forma el uno para el otro.

──Puedo escuchar tus latidos ──murmuró Soojin, sus dedos agarrándose con delicadeza de la ropa de Minho, sintiendo como su cercanía la derretía. Él no dijo nada, al cabo de un rato se levantaron ambos, sintiendo los minutos demasiado cortos para que cabieran sentimientos tan agotadores. 

Minho salió de la habitación, estirandose y con el cabello todo despeinado, y lo primero que encontró en el pasillo fue a Chan salir con el mismo aspecto que él. Minho hizo una mueca desagradable, Chan no sabía cómo sentirse al saber que su hermana y mejor amigo durmieron juntos. No importaba, lo descubriría más tarde. 

──Buen día ──dijo Chan, fijando los ojos en su amigo y dando un paso examinando la situación. Soojin que también salía de la habitación se quedó entre ambos sintiendo la incomodidad de mezclar la vida familiar con la romántica (que debió preverlo al enamorarse del chico con el que prácticamente convivía desde los 12).

rosa chicle # lmhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora