12 ﹙ calles de soledad ﹚

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No era fácil sentarse a la espera de algo mejor. Tampoco era sencillo escribir en los momentos de la indiferencia mientras el pasto se secaba y la noche se evaporaba. ¿Cómo podía concentrarse en las palabras sin sentido que con dificultad formulaba si su cabeza divagaba en los ojos cortantes que lo abandonaron hace días? Sentía que el agua que había llovido en su ayer ahora se condensaba en densas nubes y cerraban su garganta. Ya no quedaba celeste en él, ya no había rastro alguno de cielo.

Miró por la ventana, el sol ya había iluminado el horizonte y más acá mientras él... Su día ya había comenzado en tristeza y desilusión. Se levantó de la cama, las sábanas se habían enredado y algunas manchas de café que nunca había conseguido sacar se notaban en las esquinas. Suspiró al pasar por un espejo, apenas había conciliado el sueño y se preguntó si al menos habría podido dormir una hora.

Bi se había levantado al verlo aparecer, fregandose contra sus piernas y maullando en el proceso.  ──Tu amistad me está dando nada más que soledad, pequeñín ──Changbin dijo mientras pensaba en lo lindo que sería tener a quién molestar ni bien se despertase por las mañanas.

Revisó su teléfono por incontable vez pero ningún mensaje llegaba. Esperar, eso se dedicaba a hacer desde siempre. Esperar a que lleguen las oportunidades, a qué los demás den el primer paso, esperar a que las cosas mejoren sentado en silencio agarrándose la cabeza cuando nada de eso pasara. ¿Cuánto tiempo más seguiría esperando algo que no llegaría? La primera lágrima se derramó de sus ojos cansados. Estaba cansado de esperar.

Tomó una toalla, ropa y entró al cuarto de baño. Si no podía cambiar su corazón al menos cambiaría sus circunstancias. Aseado y perfumado fue a la estación de tren. Eran pasadas las siete. El cielo apenas empezaba a colorearse y el viento soplaba fuerte como queriendo susurrar los secretos de milenios. Changbin tomó el tren opuesto a su facultad y al cabo de tres horas el viento había cambiado de aroma. Ya no susurraba secretos, ahora contaba respuestas y canciones de verano. El mar abrazaba la arena y Changbin se abrazaba a sí mismo. Por unos momentos todo parecía nuevo e incorruptible.

No sabía qué hacer.

Y sin saber qué hacía la llamó. Park Jinseo, ¿qué habías hecho con este hombre? El corazón le palpitaba con fuerza y no podía controlar sus actos. Sólo sabía que necesitaba oír su voz. Pero ella no contestó y Changbin no se atrevió a llamarla una segunda vez.

Se sentía solo, de veras que lo hacía. Ni la compañía de sus amigos ni el refugio de sus libros lograban hacer que su pecho se sintiera más lleno. Se abrazó a sí mismo. Por segunda vez en el día lloró.

Oh, cuánto deseaba que los brazos que lo sujetaran fueran más que los suyos propios.

Era un hombre de intimidad, Changbin era un hombre que nació para ser amado.

El día, junto a su soledad, corrió su curso en tanto que él se decidió en recorrer el lugar e ignorar toda interacción al apagar su telefono. Esa mañana, envuelto en la fría brisa playera y el olor a chocolate caliente, tuvo una epifanía. Sin querer, terminó queriendola más de lo que quiso. No sabía ni cómo ni cuándo, pero esa lluvia constante en el fondo de su pecho no era reciente, no, estaba ahí hace sólo un tiempo y el humedal que se comenzó a formar no se secaría pronto.

Comió, caminó, compró víveres y chucherías y, tras algunas horas, decidió volver a su hogar. Las tres horas de tren ahora se sentían más largas. Estaba más calmado, sentía que, a diferencia de la mañana, podía pensar con mayor claridad, aunque acompañado le vino una ráfaga de sueño imposible de ignorar. La cabeza le tambaleaba, probablemente se haya quedado dormido más de una vez.

Para cuando llegó a su casa ya era de noche. Estaba hambriento y cansado. Por un momento creyó que era un espejismo.

Jinseo estaba llendose de su casa.

Con rapidez entró al edificio. Dentro del departamento Jeongin estudiaba tranquilo.

──¿Nadie tocó la puerta? ──Inquirió sin presentarse logrando que Jeongin se sobresaltara. Le llevó algunos segundos procesar la pregunta y al final terminó negando. ¿Jinseo había ido hasta allí pero se quedó sin llamar? Changbin revisó su teléfono pero ella no había llamado de vuelta ni mandado algún mensaje y él dudaba en si debía hacerlo o no. Jeongin lo miraba curioso.

Mientras reflexionaba comenzó a acomodar las cosas que había comprado. Dudaba y seguía dudando. Las luces estaban todas prendidas en la habitación de Jeongin donde él ahora hacía ejercicio intentando retomar fuerzas en su descanso del estudio. El viento se hacía oir al llevarse las hojas consigo y entrar en un silbido por la ventana de la cocina que estaba a medio abrir. Al ir al cerrarla la soledad se le quedó mirando directo al alma. Esa calle solitaria, calle de soledad, donde bailaba su amor y donde cayó su corazón. Había hecho ese viaje largo para llegar a su casa y verla allí. ¿Por qué siempre terminaba tropezando en las calles de soledad?

Volvió a sacar su teléfono. Y al final le terminó escribiendo.

¿Estuviste en mi casa hoy?

Primero, hola. ¿Cómo estás?

Se golpeó mentalmente, se había apresurado demasiado. Estaba en línea y sin leerle se desconectó. Changbin ya había empezado la ronda de auto-insultos cuando recibió una llamada entrante. Era ella. Lo estaba llamando. 

──¿Changbin? ¿Me escuchas? ──Contuvo la respiración. No sabía que necesitaba escucharla tan desesperadamente hasta que lo hizo, y ahí estaban, hablando despues de días, meses, horas. 

──Te escucho, ──consiguió decir ──te escucho bien.

──Eso es bueno ──Alcanzó oir una tos y risas de fondo. ──Estabamos algo preocupados, no apareciste y tampoco nos atendías. ¿Estás bien?

Si se desilusionó, no lo demostró. Lo llamó por compromiso, no quería hablar genuinamente. Al igual que siempre, la gente se preocupa sólo para no sentir que la conciencia les pesa despúes.

──Sí, estoy bien, necesitaba descansar.

Pero Changbin se había equivocado. Escuchó como Jinseo le avisaba a sus amigos que se iría y cortó la llamada advirtiendole que se quede en su casa. A los minutos Jinseo apareció en la calle de soledad.

──Hablemos. En serio, siendo honestos. ──Eso fue lo primero que le dijo en el momento que se encontraron ambos bajo el alero del edificio. Iluminada con la escasa luz de los faroles rotos, Jinseo se veía más pequeña que de costumbre. Calor. De pronto hacía mucho calor, sentía que estaba siendo tirado hacia abajo, la presión era abrumadora.

──No sé si pueda hacerlo. ¿Para qué querrías hablar conmigo?

A Jinseo le dolió. Al hablar la voz le tembló. ──Me importas, te lo dije. Me gustas y quiero que si vas a hablar hables con la verdad. Que si estás bien lo digas y si estás mal también. Quiero darte la confianza y darte mi hombro si quieres apoyarte.

Changbin no sabía qué decir. La veía gesticular como si hablara en serio y sus palabras se oían sinceras y, en ese momento, necesitaba creer, así que agarró su mano y la abrazó contra su pecho, donde tanto dolía.

──Por mucho que me aísle no hay nada que quiera más que un abrazo. Me das miedo, me da miedo la gente. ¿Por qué siempre termino solo?

Jinseo lo abrazo. Le dolía escucharlo hablar y solo quería que no se volviera a sentir abandonado nunca más. Sabía que su dolor no se iría con un simple abrazo, pero, ¿no valía la pena estar con en el proceso? Así que lo estrujó fuerte contra sí y, entonces, empezó a llover. Las gotas estaban frías, pero eran livianas. El corazón de Changbin estaba en esa lluvia, goteante, tranquilo, al fin liberado. Y ambos querían mojarse.






capitulo cortiiisimo pero capitulo al fin

rosa chicle # lmhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora