09 ﹙mal tercio y mal cuarto﹚

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Soojin caminaba con leve ventaja y un sonrojo hasta los pies. escuchaba los pasos de mianho detras suyo y cada vez más cerca, llenandose de nervios a cada minuto que pasaba. En el momento que llegaron a la esquina por fuerza frenaron, encontrandose al semaforo en verde para sus paralelos pero en rojo metaforicamente para ellos, tal como se sentía Minho en ese instante: con todo el derecho de dejarse ir con Soojin, pero de alguna forma imposibilitado de hacerlo. Con la contradicción palpable, Minho alcanzó a la pelirrosa pero mordiendose la lengua al ver sus mejillas abultadas en su silueta. Ya conocía sus habitos; cuando dudaba entre hacer algo o no, cuando debía hablar o cuando debía callar, ella juntaba sus labios y estiraba sus comisuras abultando sus blancas mejillas. Aún así, a diferencia de otras ocasiones similares, él no le habló hasta que ella lo hizo, cosa que llevo unos segundos muy incomodos.

Ambos estaban demasiado azorados como para siquiera mirarse a la cara.

Minho, a penas alejado, observó atentamente cada movimiento de la pelirrosa. Soltó un suspiro en silencio e inclinó la cabeza rendida antes de mirarlo (pero a los hombros, porque para Soojin era demasiado su rostro) con una timidez tal que si Minho no hubiera estado igual tal vez se habría burlado un poco de ella. Pero ese era el Minho de antes, y el de ahora estaba tan enamorado de la chica en frente suyo que se quedo prendido en sus ojos de miel esperando a que se anime a decirle lo que en su boca sabor a frutilla bailaba.

──Soojin ──la aludida tragó saliva ante la repentina voz grave ──sé que sabes muchas cosas de mí, casi tantas como yo sé de mí, ¿verdad? No tengo mucha paciencia, y tú especialmente eres una persona con la que no ando con rodeos. Ahora, mírame a la cara. ──Soojin lo hizo con una media sonrisa, la situación le empezaba a parecer ridícula. ──No sé de qué te ríes pero al menos empezemos a movernos que hace frio.

──Sí, de eso, um, justamente pensaba ──le tocó el hombro y a pesar de que le quemaba por dentro apoyó la mano allí. Acercaron cabezas como dos hombres de pelicula haciendose confidencias ──No sé dónde queda tu casa.

Quitaron la vista de un punto muerto para mirarse a los ojos, en lo que los de Minho se achicaban para reirse.

──¿Tantos nervios para decirme eso? ──Soojin le sacó la mano del hombro avergonzada pero pareciendo enojada. Riendo le pasó los brazos por la cintura y la acercó a su cuerpo, balanceandose de un lado a otro. Minho escuchó en sus oidos la sonrisa con sonido de Soojin. Ella siempre sonreía con sonido. Pero él dejó de llamarlo "risa". Para su percepción lo que Soojin hacía era más que reirse, era como escuchar por instantes la alegría que habitaba y no cabía en su pecho.

El sonido de la puerta se escuchó amortiguado con las risas masculinas del nuevo dueño.

──No me digas que se metió ahí.

──Pues te lo digo; de alguna forma se metió ahí. La busqué durante horas y luego abro el horno y allá estaba Dori.

──¿Pero cómo?

──No tengo la menor idea ──Negó con la cabeza mientras risas salían de su boca por la anecdota. ──Se supone que traje a Dori para sanarla y luego llevarla a algún hogar pero...

──Pero ya te encariñaste, ¿no?

──Sí; es como contigo. Se suponía que iba a enamorarte y jugar contigo, pero creo que ya me encariñé. ──La miró, muy serio, pero no pudo mantener la expresión al momento que ella se rió con ganas, acompañandola de inmediato.

Al tiempo que hablaban se iban adentrando de a poco a la nueva residencia de Minho, chocando con las cajas y distrayendose en la presencia del otro. El lugar era más pequeño que donde antes vivía. Ni bien se entraba allí podías encongtrarte con una cama ──deshecha── y un escritorio lleno de cajas, algunas abierta donde se dejaba ver ropa en algiunas y vajillas en otras. Hacia la izquierda un armario al lado e una cómoda, tambien pequeños, la cocina, al fondo, tenía una pequeña mesada a lo largo con dos sillas, y entre medio de los muebles y la cocina, el baño.

rosa chicle # lmhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora