Hyunjin era un respetable hombre de negocios. Serio, imponente y arrogante.
Seungmin aún estaba en la universidad. Un chico tranquilo, amable y obediente.
Ambos eran completos extraños cuando se casaron, sin embargo la gran química sexual que había...
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Cuando Hyunjin había aceptado asistir a la boda a la que sus padres le habían invitado, jamás se imaginó que él era el novio.
Se colocó el saco negro y su hermano menor acomodó las florecillas lilas en el bolsillo de éste con una sonrisa divertida.
-¿Te diviertes?
-Como no tienes idea, hyung-- se burlo el chico de sonrisa de conejito-- Estas muy guapo.
-Lo sé-- contestó mirándose en el espejo--¿Al menos podrías decirme el nombre de la persona con quien me voy a casar?
- Claro--contestó mirándolo por el reflejo del espejo--Sí puedo decirte, pero me gustan las sorpresas. Es hora de salir.
Hyunjin suspiró y con aburrimiento salió de la que fue su antigua alcoba.
Lo único que podía agradecer por el momento, era que sus padres habían tenido la "gentileza" de hacer todo este alboroto de una manera discreta. Al parecer, solo los socios de la empresa, sus padres, su hermano y los padres de quien sería su pareja iban a asistir a ese estúpido evento, el cual se celebraría en el gran jardín de la mansión de sus padres.
Un pequeño escenario se habia montado, en donde sólo subiría el juez que lo casaría, su acompañante y él. Estaba adornado con florecillas que combinaban con las que él llevaba en el saco y frente al escenario se encontraban varias sillas acomodadas estratégicamente dejando un espacio en medio por donde se extendía la alfombra blanca.
-Me sorprende que te estés tomando esto con demasiada tranquilidad-- susurró su padre fingiendo una enorme sonrisa.
-¿Prefieres que mande todo a la mierda y me largue en este momento?-- preguntó con la misma sonrisa fingida, aceptando el abrazo y palmadas de su padre en la espalda.
-Me alegra que siempre pienses con la cabeza fría, además, hicimos una buena elección, te sorprenderás cuando te enteres quien será tu esposo.
-¿Esposo?-- preguntó Hyunjin con una ceja alzada-- ¿Un hombre?
-Así es-- confirmo e mayor con seriedad-- No puedes reclamar nada, sé que realmente no te interesaría el género de alguien a quien probablemente te la pasarás ignorando la mayor parte de tu vida. Sin embargo, me gustaría que trates de llevarte bien con el muchacho, es un buen chico, me costó convencer a sus padres para poder unir nuestras empresas, sobre todo el padre, su hijo es su mayor tesoro.
-Debe ser muy especial-- soltó Hyunjin con desinterés, mirando a todos los invitados instalarse en las sillas.
-Es un doncel-- susurró el hombre antes de palmear su hombro y bajar del pequeño escenario para sentarse en primera fila con su esposa e hijo, dejando a un Hyunjin sorprendido.
¿Un doncel?
Eran hombres escasos y los que habían ocultaban su don, todos sabían que los donceles eran hombres hermosos y, además de enamoradizos, eran muy influenciables.
El juez subió al escenario y saludó al rubio con una sonrisa.
-Iniciemos-- anunció el hombre y la orquesta comenzó a sonar.
Hyunjin tragó saliva al ver semejante belleza. Y no era por nada, su hermano no mentía cuando le dijo que sería una sorpresa, él conocía perfectamente al chico que caminaba en medio del pasillo alfombrado.
Cabellos castaños, ojos cafe, mejillas abultadas y sonrojadas, el aire se atoró en su garganta cuando miró los rellenos y apetitosos labios. Una sonrisa divertida se instaló en su rostro al imaginar el uso de esa preciosa boca. Su padre no estaba equivocado al decir que habían hecho una buena elección.
El joven vestía una sencilla camisa blanca y pantalones negros, su cabello era adornado por una linda corona de flores.
Kim Seungmin era el chico más lindo y más codiciado entre los solteros de Seúl y tal vez, de todo Corea. Y ahora era suyo.
