☆Entrada 44

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Atravesamos la puerta y encontramos a Ernst sentado en el trono, vistiendo una pesada armadura de oro macizo.

No solo eso, sino que su sala del trono estaba CUBIERTA de riquezas. Monedas de oro, rubíes, copas con incrustaciones de joyas, ¡lo que se te ocurra! Ernst sonrió: "Mis viejos amigos, me alegro de que hayáis podido venir". Javi le dijo que se ahorrara el encanto y NOS DIERA ALGUNAS RESPUESTAS. "O te las sacaremos a golpes", espetó Kettle.

Ernst se echó a reír. No tenía planes de mentir, engañar o pelearse con nosotros. La verdad era sencilla: un benefactor anónimo le hizo una oferta muy especial: fingir su muerte, quemar todos los documentos históricos relacionados con una leyenda concreta y utilizar el nombre del olmo como chivo expiatorio.

"¿Pero POR QUÉ?" pregunté. "Fuiste mentor y héroe de estos tres. Un soldado de la rectitud". Ernst se mofó: "¡Yo no pedí esa carga!". Dijo que ser considerado un héroe era SOFOCANTE para él, que cuanto más se sentía aplastado por las expectativas de los demás. Cuanto más anhelaba una ESCAPADA.

Este sombrío benefactor le ofreció lo que Ernst más deseaba: empezar de cero, la oportunidad de escapar de su aburrida realidad e innumerables riquezas para vivir el destino que él mismo eligiera. "No hice el trabajo que me pidió, y he obtenido mi recompensa. Tan simple como eso".

Kettle estaba roja de rabia: "¿Y por qué nos dijiste que viniéramos aquí?". Ernst explicó que el vínculo que formaba con sus cadetes era real, aunque no soportara la vida de Guardia de la Noche.

Marcy's Journal a Guide to AmphibiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora