Maternidad invaluable

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Después de un día con mi padre quería volver a estar normal por lo tanto decidí ir a caminar por los alrededores temprano para despejarme un rato para volver con más energías a estar dentro de casa, aunque significaba bajar de peso. Me levante a las 5 am avisándole a mi padre sobre mi rutina, este me permitió salir prometiéndole tener mucho cuidado además de estar alerta a todos lados.

La gente me veía extraño pues un Niño así de gordo no era ni medio normal, otros no les dio importancia siguiendo con sus vidas, a mi me daba exactamente lo mismo también pues como le dije a mi padre: con ser yo mismo me basto para sobrevivir. Las calles a esa hora eran menos transitadas siendo lo más pacífico de la ciudad, eso me gusta, más tenía el cuidado de no ser asaltado o algo por lo cual no llevaba ni el celular ni el dinero, aparte a nadie le interesaba ropa de alguien con sobrepeso.

Las armas en este país son ilegales tanto de fuego como blancas por lo cual si robabas era a puño limpio y eso es muy difícil pues ahora todos identifican a un ladrón por la vagancia de no practicar artes marciales a diferencia de una persona normal, eso me gustaba pues poco a poco la delincuencia se hace nula. El problema radica en las personas agresoras, es como en la naturaleza: los más fuertes se aprovechaban mucho de los más débiles. Tan común era eso como el escuchar como un niño como yo era insultado por alguien igual a mi —Mira renacuajo, dame el dinero de la comida o si no me lo darás a las malas— decía aquel amenazador agarrando de la manga izquierda al pobre chico —¡N-no lo traigo! ¡Lo dejé en la casa!— decía este como autodefensa —¡No te creo!— expresaba este haciendo caer al inocente —bueno... si no me lo darás, yo si se que te daré— este alzaba el puño para golpearle lo más fuerte posible y por poco lo logra de no ser porque estaba cerca y podía actuar rápidamente deteniendo el puño con mi mano.

La solté mostrándome en defensiva haciéndole retroceder para dar campo, bien podía aquel chico salir corriendo, sin embargo, aún estaba paralizado del miedo —Jaja te vino a defender una ballena ¿que harás tu? ¿Encallar?— decia riendo a carcajada limpia distrayéndose lo suficiente como para darle un panzazo haciéndole caer también —Si tú insistes, lo haría contigo— decía sonriendo maliciosamente para acercarme a él. Desde ese ángulo me notaba bastante grande y ancho dándole el miedo suficiente como para no decir nada más y salir corriendo.

Solté un suspiro de alivio y me coloqué en una postura más relajada para luego darme vuelta y ver a aquel chico quien estaba temblando tanto del miedo como del frío —¿estás bien?— pregunté con una sonrisa mientras extendía la mano —E-eso creo...— decía este levantándose con algo de impulso, este por tener un pie adolorido terminó cayendo sobre mi panza lo cual me fue inesperado, para evitar algún mal entendido lo posicioné en mi hombro y me fui caminando con él lentamente.

Fuimos al parque en donde se encontraba una banca de esas cómodas tipo nube, me senté a la izquierda dejándole en la derecha para poder descansar tanto él como yo, este chico apenas sentarse daba la sensación de llegarme un poco más abajo del hombro, como a la mitad del brazo, es tan delgado que con la más mínima brisa se lo llevaba el viento —No nos presentamos, me llamo Dan ¿tú cómo te llamas?—
—Me llamo Tero—
—Mmmm...no eres de aquí supongo, de Japón ¿cierto?—
—Si y no, mis padres son japoneses pero, me criaron aquí—
—Oooh eso explica porque se te da bien el español—
—Si...bueno, eso es lo único que se me da bien...—
—¿porque dices eso?— pregunté curioso —Mi madre es muy perfeccionista, si no hago su mandato al pie de la letra me regaña, seguido de eso me castiga sin comer encerrándome en la habitación—
—Eso...lo puedo ver claramente, pero...¿que hace alguien como tú a estas horas de la mañana en la calle?—
—Es porque...tuve un conflicto con mi madre. Estoy cansado de ser castigado por cosas así como tareas simples, exploté contra ella amenazando con irme de casa...por eso estoy aquí—
—Ya veo...pero...¿porque ese sujeto amenazaba con quitarte el dinero?—
—Porque mi madre me da esa cantidad para hacer mandados, termino con muchas bolsas en la mano lo cual da apariencia de alto calibre. Hoy se pasó conmigo solo porque es verdad, no llevo nada en mis bolsillos— me decía empezando a sonar algo alterado —Hey tranquilo, ya paso el desastre— agregaba viendo a la policía transportar a aquel agresor hacia una correccional —estoy seguro de algo, no lo veras por un buen tiempo— cuando me volteo a seguir hablando, aquel chico se quedaba viendo mi panza con asombro lo cual generó algo de timidez de mi parte.

—¡Perdón! No había visto a alguien taaan gordo como tu— me decía encogiéndose de hombros —¡L-lo siento por eso!— me decía temblando un poco mientras pensaba en que lo terminaría de golpear. Respondí con una sonrisa mientras alzaba mi camisa hasta la panza notándose bastante redonda terminando de sonrojar a aquel chico —No hay problema, puedes decirme cualquier cosa relacionado con mi peso, para mí es un alago— mencionaba bajando mi camisa —E-esta bien, g-gracias por salvarme de ese sujeto— decía ventilándose con el cuello de su camisa —No fue nada, solo ten cuidado la próxima vez— en eso, llegaba la policía por el chico agredido ofreciéndole con amabilidad llevarlo a casa, este aceptó llevándome como acompañante y, aún con mi peso, el oficial pudo salir sin problemas.

Llegamos a la casa del chico cuánto antes, aquella señora lo estaba esperando de brazos cruzados y con una experiencia enojosa cómo para intimidar a un dragón, fuimos escoltados hacia la entrada logrando ver la expresión de sí madre al verlo llegar tarde —antes de regañarlo señora ¿me permite decirle algo?— preguntaba con algo de atrevimiento impresionando hasta al policía —Mmmmm...! Esta bien, solo porque respeto tu disciplina—
—Gracias aunque lo haré con preguntas ¿para que le exige a su hijo con perfección?—
—¿Que no es obvio?— me resaltaba con tono elegante —es para que sea el mejor en un futuro, tenga una carrera de prestigio y sea algo más que un inútil— respondía con más autoridad que un guardia —Y...¿cree ver algún progreso?— le decía con una voz algo seria apartándome un poco para hacerle ver la situación.

Su hijo estaba con raspones, sucio por cómo probablemente se caía con todo por los pensamientos abrumados de perfección, el carro de policía aparcado con las luces dando vueltas indicando la emergencia y el oficial...no esté si parecía un novato. La expresión en su cara cambió poco a poco, a pesar de ser un simple escenario para ella era una catástrofe pues se daba cuenta de lo que había ocasionado —...No— respondió en un tono más suave sentándose en el sofá llevando las manos a su cabeza —De niña yo fui criada así en mi casa, me exigían todo y lo cumplía, emergí como profesional por eso. Pensé...pensé que funcionaría con mi hijo...míralo, todo herido y sucio...esto es mi culpa— mencionaba rompiendo en llanto al no poder aguantar su pensamientos reprimidos por su pasado —Señora, como tal no es su culpa, bueno si se pasó mucho con su hijo, de negarlo sería imposible, pero debemos de entender algo...las generaciones ya no son lo mismo, lo qué pasó antes no es comparado con lo de ahora, su hijo no necesita exigencias, necesita una madre, una comprensiva y en la cual confiar— le decía caminando hacia ella quedando en frente —Supongo tienes razón...he cometido muchos errores, más de los que puedo contar— decía secando sus lágrimas respirando profundamente —Ahora solo quisiera enmendar todo con mi hijo...¿podrían darme tiempo con el?— decía levantándose para estar a la par de él para abrazarlo con el cariño merecido —lo comprendemos señora, cuídese— decía el oficial llevándome con el por si insistía.

Después de tantas emociones, volví a mi casa deseando ver a mi madre al ver tal emoción, sin embargo no tenía probabilidades por su trabajo...aunque, al llegar, escuche una voz muy familiar provenir de mi casa .

Unas vacaciones dulces.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora