El primer amigo

108 7 1
                                    

Después de ese gran desayuno, nos quedamos dormidos en la silla de tanta comida en nuestras panzas, lo sorprendente está el aguante de las sillas, es decir pesamos mucho en este momento, cualquier inmueble se habría roto desde el inicio. En ese momento mi madre aprovechaba para prepararnos batidos de chocolate una vez despertemos para lograr aguantar hasta el almuerzo. Una vez hechos los guardaba en la refrigeradora para descansar en la silla también, cocinar para dos gorditos no es tarea fácil.

Así pasó como tres horas, estaban por marchar las 11 de la tarde cuando alguien inesperado llama en la puerta despertándome lentamente, me coloqué la camisa quedándome un poco más arriba de lo normal, camine hacia la puerta y la abrí lentamente por el sueño. Era aquel chico el cual había rescatado en la mañana, se veía más alegre y llenito lo cual me parecía un cambio dramático en poco tiempo.

Este me vio aún estando algo tímido pues quería agradecerme lo sucedido con un abrazo, termine por dárselo yo pues veía como le agrado aquel contacto desde que tropezó en mi panza, dicho y hecho, lo abrazo aceptando el agradecimiento viendo desde lejos a su mamá sonreír —¿P-puedo dar una visita? Me gustaría conocerte más— decía sonriendo algo tímido —Claro, pasa pasa, vamos a la habitación— le decia sonriendo mientras acomodaba mi camisa para darle paso. Lo guié a mi habitación a como pude pues se había impresionado con la casa desde la entrada, me tomé un buen tiempo pues era cauteloso al ver cada detalle de la sala, prácticamente duramos 10 minutos hasta llegar a mi habitación.

Una vez dentro, lo invité a sentarse en uno de los puffs suaves cerca de la tele mientras me sentaba en la cama para verlo de frente, como este le ganaba la timidez, empezaba preguntando yo para romper el hielo —dime, ¿cuantos años tienes?— pregunté con bastante curiosidad por su tamaño —tengo 13 años, tal vez no lo parezca por mi altura, como sabrás nosotros no somos conocidos por ser altos— decia tímido mientras frotaba su panza —¿tu cuantos años tienes?—
—Igual, 13 años—
—¿¡Seguro!? ¡Te ves más grande!—
—Estoy muy seguro— decia sonriendo mientras levantaba mi camisa mostrando mi panza lo cual lo dejaría petrificado otra vez —Esta panza no es cuestión de un día, fui comiendo más y más hasta alcanzar un tamaño como este— mencionaba como una sonrisa mientras me tambaleaba —¿Que opinas?—
—He visto a personas como tú de gordos, pero eres el primero al que le queda bien—
—¡Gracias! Te soy sincero a veces me siento algo pesando, pero es asombroso— le comentaba mientras bajaba la camisa cubriendo la panza hasta el ombligo.

Al notar eso me sorprendió pues hace un rato me cubría entero, me parecía extraño aquello, pero al ver al chico querer decir algo, le cedí la palabra extendiendo la mano —He leído sobre eso al llegar a aquí, si la panza está libre, ósea sin camisa, tiene más libertad de expandirse ¿Te sientes lleno?—
—Un poco, no hace mucho comí, aunque la verdad se siente muy bien— mencionaba sonriendo mientras palmeaba su panza haciendo esta tambalear bastante.

Aquel chico no le quitaba los ojos al ver a esa panza moverse de lado a lado —Me preguntaba ¿porque quisiste engordar? Claro, si no es molestia la pregunta— preguntaba curioso mientras acercaba su mano para frotar su panza lentamente —Verás, yo era un atleta olímpico, me iba muy bien en gimnasia: era impecable y limpio en lo que hacía, pero claro el entrenador era muy exigente hasta el punto de estresarme mucho. Lo dejé y aquí estoy— relataba mientras me acomodaba para verlo mejor —Bueno, la verdad esto es mejor que ser exigido en todo momento, créeme como alguien del oriente se como se siente eso—
—¿Tu también fuiste exigido Tero?—
—En todo lo que hacía, específicamente mi padre era el exigente, me colocaba a hacer de todo: Practicaba piano, violín, cocina e incluso estudiaba sin parar. Bueno a mi madre eso no le gusto tanto y por eso nos fuimos de ahí, ya sabes en ese entonces era el concepto "nadie le exige más que yo" bueno eso fue antes de conocerte, ahora ella está aprendiendo más de aquí y...tengo que agradecerte por eso— mencionaba sentimentalmente abrazándome por instinto siendo algo incómodo pues estaba sin camisa —Ehhh...ya sabes, me gusta ayudar— mencionaba sonriendo incómodamente mientras lo veía abrazándome. Tal vez era lo más incómodo de todo, pero llegando de alguien como el, podría acostumbrarme.

Unas vacaciones dulces.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora