3

530 52 5
                                    

¿Te has imaginado que tu ex vuelva a verte después de tantos años diciéndote que se viene el fin del mundo cuando tú esperas un bebé? Yo no, pero ahora era mi realidad, mi presente y mi desgracia.

Veía a cinco aún destantada por su repentina confesión la cual no lograba asimilar del todo, no todos los días viene tu ex a decirte que te vas a morir. El muchacho frente a mi mantenía su mirada verdosa puesta en mi con cierta impaciencia. Se acercó a mi lentamente como si pisará arenas movedizas, me tocó el brazo en busca de alguna reacción y lo obtuvo.

──¿Qué? –logre articular después de largos minutos.

Suspiro colocando los ojos en blanco como si lo que dije fuera lo más patético del mundo. Se sentó en la mesita de centro y habló.

──El fin del mundo se acerca ocho y yo necesito tu ayuda.

──¿Como y por qué pareces un niño?

Pregunte sacada de onda, si quería saber cómo lo sabía y por qué era un niño solo que al huir de el para luego golpearlo no me dio tiempo de preguntar.

──Si no te hubieras ido sabrías que les explique a todos en la cocina... –se percató de que lo miraba indignada–, pero claro tu mereces otro tipo de explicaciones. Al parecer.

──Habla.

──Sabes que para viajar debo hacer cálculos y ecuaciones. Me equivoqué en la ecuación y ahora soy un adolescente de trece años, nuevamente. Aunque mi conciencia tiene cincuenta y ocho ya que pase...

──¿Estuviste cuarentena y cinco años en el futuro?

Asintió. Me sentía confundida.

──Justamente eso te digo.

Di un golpe en su pierna, me di cuenta de que ahora usaba el maldito uniforme de la Academia y esos shortscitos adorables.

──Cuando viaje en el tiempo no encontré nada, solo escombros, ni una sola vida aparte de mí.

──¿N.. Ninguna? –tartamudeo temblorosa.

Cargo sus brazos en sus rodillas luego pasó sus manos por su rostro con frustración. Trató de hablar cosa que no logró por varios minutos, se veía cansado, preocupado y frustrado. Por un momento sentí las ganas de abrazarlo y decirle que podía hablar conmigo y que yo estaría para el, pero no lo merecía.

──Ninguna. Cuando los encontré todos estaban... Ustedes estaban...

Su voz se quebró en ese instante, no logró terminar dándome a entender lo que seguía; nosotros estabamos muertos.
Cinco parecía no poder hablar de ese tema y lo entendí, no debió ser fácil encontrar a sus hermanos muertos.

──Intente saber que pasó, que los aniquiló, pero nada. Solo encontré este ojo en la mano de Luther, supongo que debieron enfrentar al responsable.

De su bolsillo saco una prótesis ocular de vidrio, me la extendió para que la mirase, pero otra cosa llamó mi atención y me estrujo el corazón. Estaba sangrando, su antebrazo estaba repleto de sangre seca y con hilitos de sangre fresca, su camisa manchada.

Quite el ojo de sus manos para dejarlo en la mesita y coger con delicadeza su brazo para subir la manga de su saco.

──¿Que te pasó? –indague, preocupada.

──Nada importante.

──Estas sangrando, cinco. ¿Crees que es algo sin importancia? En la alacena de la cocina hay un botiquín, ve por él.

Murmullo groserías, pero aún así de un segundo a otro desapareció de mi campo de visión y de la misma manera volvió.

──Listo.

A broken promise || Five Hargreeves #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora