「07」

149 11 0
                                    

Raúl pasó toda la noche sin poder dormir, mirando al techo con las manos entrelazadas y un sudor que recorría todo su cuerpo.

— Joder —comenzó a decir de madrugada, al confirmar que no podría dormir—, echo tanto de menos a Rubén...

Se movía de un lado a otro en su cama, alterado.
No sabía qué hacer para poder dormirse, sus pastillas se habían acabado ya y se le olvidó ir a comprar más.

Cogió la almohada y la puso sobre su cara; lloró y gritó teniendo la almohada aún sobre su rostro reluciente de tanto sudar.

Pensó en las escenas de sexo que tuvo con Rubén y en la que tuvo con Borja. El castaño siempre había sido su mejor amigo, y le tenía mucho aprecio y cariño, pero no lo veía de la manera en la que lo hacía él. Después estaba Rubén, su amor platónico desde el primer año de instituto en el que se lo encontró por primera vez. Vino a su mente el pene del albino y rápidamente su cara pasó de pálida a completamente roja, pero asumió que mientras Borja estuviera cerca de ellos nada podría volver a existir entre ambos.

Se tranquilizó un poco y quitó la almohada que aún seguía sobre su rostro. La puso bajo su cabeza.
Cerró los ojos y el silencio hizo que le entrara el sueño, pero este se desvaneció al escuchar artículos de cristal caer al suelo y romperse en el apartamento de al lado; el de Rubén.

Rápidamente se puso los pantalones y las zapatillas. Cogió las llaves del apartamento del falso albino —este le había hecho una copia cuando tenían una relación, de las que aún no se había deshecho—, y cambió de apartamento con solo dar un par de pasos.

Al abrir la puerta del apartamento de su vecino encontró lámparas en el suelo —obviamente rotas— y espejos hechos añicos. Buscó a Rubén con la mirada. Cuando por fin lo encontró deseó nunca haber entrado allí; tenía el ceño fruncido, los ojos llorosos y los nudillos destrozados; la piel estaba levantada, en forma de pellejos y al rededor de estos había sangre. Estaba desquitando su ira contra los cristales de la casa.

— ¿Ru-bén...? —Raúl lo miraba asustado, comenzaba a sollozar— ¿Qué estás haciendo?

— Contigo quería hablar —le dice aún con el ceño fruncido—. ¿Puedes explicarme qué coño haces en una relación con Borja? ¡Creía que era yo el que te gustaba!

Rubén alzaba cada vez más la voz, mientras Raúl tenía un nudo en la garganta al haber escuchado su nombre relacionado con el del castaño de esa manera.

— Yo...

— ¡Responde, joder! ¡Respóndeme! —el albino de adelantó hacia el de piercings tomando sus brazos para que no se pudiera ir, como ya hizo otras veces— ¡Creo que tengo derecho a saber lo que pasó!

— Rubén... no quiero hablar de ello. No estoy preparado —dijo casi en susurro. Sus lágrimas caían con continuidad.

— ¡Mentira! ¡Solo no me lo quieres decir a mí!

— ¡Eso no es verdad! —intentaba zafarse del agarre del más alto.

— ¡¿Entonces qué es lo que se supone que no estás preparado para contarme?!

— ¡Rubén suéltame, joder!

— ¡No!

El teñido no pensaba obedecer las peticiones del chico que tanto seguía amando, aunque estuviese enfadado con él en aquel momento.

— Tú... tardaste mucho.

— ¿En qué? —el mayor de altura comenzaba a estar más calmado.

— En pedirme salir. Yo... aquel día descubrí que tenía sentimientos ocultos hacia Borja, y cuando se me declaró...

— Mentira —interrumpió Rubén—. Estuve mucho tiempo siendo tu amigo y sé que mirada pones cuando quieres mentir a alguien. No me estás diciendo la verdad. No estás siendo sincero conmigo. Es... injusto.

El castaño frunció el ceño, zafándose por fin del agarre.

— No puedes saber por sola una mirada si te estoy mintiendo o no, y aunque así fuera, en este caso no lo estoy haciendo.

Rubén... si supieras cuánto me duele tener que engañarte con algo tan serio como esto... me duele tanto no estar a tu lado...

— Raúl, por favor —comenzó a decir el albino—, vuelve conmigo. Te prometo que te cuidaré como es debido y...

— No, Rubén, no. Quiero estar con Borja.

Joder, me entraron náuseas en el momento de decir eso.
Por supuesto que yo no quería a ese esquizofrénico de mierda.

— Por favor —tomó las manos del más bajo— solo quiero eso.

— Rubén, no quiero revivir el pasado.

Se soltó del débil agarre y metió su mano izquierda en el bolsillo del pantalón de su pijama que complementaba a esta, tocando algo frío. Lo sacó.

— Toma —le dijo—. Tus llaves, yo no las quiero.

— Al menos quédatelas, eso no pesa nada.

— De verdad que no quiero. Cógelas y déjame irme.

Rubén seguía sin tomarlas, así que el de piercings las puso sobre su mano y corrió hacia su apartamento.

— Joder, quién me mandaba a mí a levantarme de la puta cama e irme a la casa de ese imbécil —pensó un momento en aquello que había dicho, reflexionó sobre ello—. Aunque... es un perfecto imbécil. Mi imbécil favorito. Mi niño.

Se acostó con una sonrisa y tras varios minutos en silencio se quedó dormido.

•💫•

— ¿Soy... soy su imbécil favorito? —musitó un albino, pegando el oído a la pared que daba con la habitación del pequeño chico del que estaba enamorado—. Entonces... ¿qué habrá pasado?































































































































































































































































































































































































Últimamente subo muchos capítulos seguidos de esta historia jsjs

Me está gustando el rumbo que está tomando esto. Está a puntito de terminar así que disfruten los últimos capítulos que quedan^^

No olviden votar si les gustó.

Besitos en el siempre sucio<3

I Love You, Auron | ʳᵘᵇⁱᵘˢᵖˡᵃʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora