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Habían pasado varias horas hasta que el castaño entró en casa. Tenía los ojos llorosos y la vista perdida, Rubén corrió hacia él.

— ¡Dios mío, Raúl!, ¿qué ha pasado? —el albino acariciaba la cara del de menor estatura con desesperación y preocupación.

— Lo ha vuelto a hacer... —susurró en un tono casi inaudible, pero Rubén pudo escucharlo y entonces su sangre comenzó a hervir.

Soltó a Raúl antes de hacerle daño. Golpeó cualquier cosa que tenía delante, hasta que el mayor lo paró.

— Tranquilízate, por favor.

— ¡¿Qué me tranquilice?!, ¡ese tío ha vuelto a tocarte, Raúl! ¡parece que no tengas sangre en las venas!

— Sólo... hazlo por mí.

Rubén suspiró y logró calmarse un poco. Miró a Raúl con seriedad.

— Mañana vamos a ir a denunciar esto.

— No, no por favor. Si lo encarcelan él podría escapar y matarte o algo peor... yo nunca me perdonaría eso.

— Raúl, no me va a hacer nada, la policía se encargará de ello, ¿si?

El mayor asintió y abrazó a Rubén.

— Te quiero...

— Y yo, pequeño.

El teñido depositó un beso en la frente del pequeño, mientras aún estaban abrazados.

— Voy a irme a casa —susurró el castaño.

— No, no —dijo mientras negaba con la cabeza—. Te quedas aquí, así me aseguro de que no te pase nada.

— No me va a pasar nada —respondió.

— Mejor prevenir que curar. Ahora a la cama.

Raúl soltó una corta risa, y, guiado por Rubén, llegó a la habitación de este para tumbarse y por fin dormir.

— Ese hijo de puta de Borja... —susurró con el ceño fruncido mientras acariciaba el pelo del castaño— me las va a pagar.

Se levantó del suelo donde sus rodillas estaban apoyadas y se tumbó al lado del de piercings.

Gud natt, min lille gutt.

Rubén acercó el cuerpo del pequeño hacia el suyo, depósito un corto beso en su cuello y cerró los ojos para quedarse dormido.

•💫•

Al día siguiente, el primero en despertar fue Raúl. Sus cansados ojos se abrieron con lentitud, después los talló cuando estuvo un poco más espabilado. Lo primero que notó fue una mano sobre su cintura, agarrándolo con firmeza y atrayéndolo hacia el cuerpo contrario. Sonrió al saber de inmediato de quién se trataba.
Con cuidado quitó el brazo de Rubén de su cintura y fue a preparar el desayuno.
Al terminar, se sentó en el sofá y encendió la televisión.

Algunos minutos después, Rubén terminó y apareció en la cocina bostezando y estirando sus delgados brazos.

— Buenos días, bello durmiente —le sonrió Raúl.

— Buenos días, lindo.

Abrió la nevera y sacó una botella de agua, bebiendo directamente del morro.

— ¿No coges un vaso?

— ¿Para qué?

El castaño negó con la cabeza.

— A la derecha tienes tu desayuno —le dijo—, si quieres puedes venir a desayunar conmigo al salón.

— Ahora voy, mi niño.

Raúl le dedicó una sonrisa. Segundos después Rubén llegó a sentarse a su lado y dejó que la cabeza del pequeño se apoyase en su hombro.

— Acuérdate de que tenemos que ir a denunciar a Borja —habló Rubén de repente, sin mirar al de piercings.

— ¿Por qué me sacas ese tema ahora? —el mayor lo miró, sujetando su brazo.

— ¿Te molestó? —preguntó el teñido, fijando su atención en el pequeño.

— Es que... pensé que te habías olvidado.

— No podría olvidarme de eso, Raúl. Él... él te hizo daño, jugó contigo, y eso no lo puedo permitir.

El mayor asintió, y hasta que no llegaron a comisaría no volvieron a hablar.

•💫•

Ambos bajaron del coche en silencio. Raúl cerró la puerta algo fuerte, Rubén más despacio. En la entrada a la comisaría, el mayor buscó la mano de su contrario quien no tardó en entrelazarlas.

Raúl tragó duro y después entraron.

— Buenos días —les habló un señor con una sonrisa.

— Buenos días —respondieron ambos.

— ¿Venían a poner una denuncia?

— Sí.

El señor miró al chico más bajo con una ceja alzada.

— S-sí... —susurró con la cabeza gacha, estaba muy nervioso. Rubén apretó sus manos.

— Bien, pasen por aquí.

Anduvieron un corto camino hacia una sala completamente blanca y se sentaron en unos asientos que estaban un frente de una mujer que los miraba tranquila.

— Hola.

— Hola —volvieron a responder a la vez.

— Vienen a denunciar, ¿no es cierto?

— Así es —respondió decidido Rubén.

La señora miró al menor, dándole paso para hablar.

— Verá, él ha sido violado.

La mujer miró varias veces a Raúl —que no se atrevía a levantar la vista de sus temblorosas manos— mientras escribía en su ordenador el caso.

— Dos veces —añadió Rubén.

— Y bueno... ¿Tienen pruebas?

— La verdad es que...

— Sí.

Raúl se giró en aquel momento, divisando un chico que realmente nunca vio.































































































































Aquí terminó el capítulo de hoy, sisis

No me gustó pero bue, ojalá a ustedes sí 😸

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Besitos en el siempre sucio<3

I Love You, Auron | ʳᵘᵇⁱᵘˢᵖˡᵃʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora