Capítulo 102

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—¿Entonces te vas? —pregunta él mirando abajo.

—Tengo cosas que pensar; no me siento muy bien hoy —responde Mariela viendo a unos niños corriendo en otro lado.

—Está bien, te dejo ir pero quiero que sepas que... voy a estar siempre para cuando me necesites. Te quiero un montón. ¿Puedo darte un abrazo? —pregunta alzando la vista hacia ella pero con un alce de cejas que dejan ver sus líneas de expresión en la frente.

—Tontito —dice sonriendo sin ánimos—. Claro que sí.

Se unen en un cálido y tierno abrazo que los conecta en alma y cuerpo sentimentalmente, y sienten sus corazones latir al mismo tiempo, como si se entrelazaran. Los ojos de ambos se cierran para disfrutar y sentir al otro de mejor modo. Luego ella lo suelta, se levanta y se va; en cambio, él se acomoda en el asiento como estaba antes sentado. Y al afincar los codos en las piernas, se pone las manos en la cara para cubrirla con una sensación de tristeza.

—No, no y no —baja las manos y se las toma—. No me voy a rendir tan fácil, voy a seguir luchando por ella hasta que se enamore y me ame —murmura para sí mismo—. Así tenga que seguir fingiendo ser su mejor amigo.

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Laura, la madre de Brian, se encuentra en casa de su madre, organizando los preparativos de la boda con su ayuda mientras que por otro lado, Esteban está siendo ayudado por Brian y su hermano el pastor Jean, con el traje en la habitación del mismo y camina exhibiendo su traje en la sala para que ellos verifiquen cómo se le ve puesto, en lo que aplauden sentados en los muebles con sonrisas de oreja a oreja. Laura y su madre hacen adornos y buscan revistas de vestidos de novia, paradas en el extremo de la mesa de la sala de estar.

—¿Vas a usar velo, hija?

—Sí voy a usar, que sea corto, para no opacar el vestido, mamá.

—Pero tienes que decidir qué vestido vas a usar, y tienes que ir a una tienda de vestidos de novia para comprarlo. No olvides que debe ser elegante e impecable.

—Ay no mamá, qué flojera, un gasto nada más por un vestido que se va a usar una sola vez en la vida —dice con una cara de desagrado—. Además, no tiene que ser tan sobresaliente cuando puede ser sencillo y bonito.

—¿Y qué sabes tú si la futura esposa de tu hijo se lo va a poner? Ya no serías la única —le dice acercando su rostro al de Laura con las cejas alzadas y una palma levantada.

—Y tienes razón mamá, pero, ¿y si mejor lo pido prestado en vez de hacer un gasto?

—No lo sé, sólo piénsalo bien, es tu decisión mijita —responde ojeando todavía una revista y se la muestra a Laura con una sonrisa.

En la casa del pastor

—Papá, te tengo una pregunta —dice Brian con una cara de curiosidad—. Cuando mamá y tú se casen, ¿ya no vivirás más aquí? ¿o tienen pensado vivir aquí juntos?

—Buena pregunta —opina Jean.

—En realidad, no estaría mal que nosotros vivamos aquí pero tengo que hablarlo con tu madre ya que se supone que es una decisión de dos.

—Estoy de acuerdo contigo hermano —vuelve a opinar el mayor.

—Bueno, si se deciden por mudarse me supongo que me iré con ustedes —supone el menor.

Esteban suelta una carcajada por la forma en que su hijo dijo eso y por su cara.

—Tranquilo mijo, no te asustes ni te acomplejes, ¿desde cuándo tu mamá y yo te hemos abandonado? —pregunta sentándose en el mueble del otro lado de Brian con su gran sonrisa.

Anny y el Camino a la Verdad [Novela Cristiana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora