Capítulo 101

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Anny llega a su habitación, donde entra a pensar qué hacer. Quizás se inspire en algo hasta la hora de la cena. Mientras piensa en algo camina de un lado a otro, hasta que llega un momento en el que voltea, se detiene y sus ojos inmediatamente se posan sobre la biblia que está en una parte del clóset. Con curiosidad camina lentamente hasta llegar a ella, la toma, se gira para ir a sentarse en la cama y una vez sentada, abre la biblia.

— Voy a leer... - murmura mientras busca algún pasaje interesante entre algunas páginas. Se detiene en una y comienza a ojear –. «Porque no hay nada escondido que no llegue a descubrirse ni nada oculto que no llegue a conocerse públicamente.» Lucas 8:17. Pero... no entiendo esto.

Presta mucha atención, porque hay cosas que no han salido a la luz y Mi Palabra es tan clara como el agua de manantial oye la voz de alguien, baja pero en un tono de amor, como si alguien tuviera un gran sentimiento por ella.

Mira a su alrededor pero no logra ver a nadie, aunque sabe que no está sola; por lo que es invadida por la incertidumbre.

— Es extraño — musita.

Cierra la biblia dejándola sobre la cama mientras se levanta, se dirige a la puerta y sale de la habitación para dirigirse a la sala de estar. Saliendo del pasillo, se topa con su madre, por lo cual se sorprenden y sacan una sonrisa.

— Hola mamá.

— ¡Hija! ¿cómo estás? Bajé y Clarissa me dijo que ya habías llegado, ¿por qué no fuiste a verme? — pregunta acariciando su vientre con una mano y la otra puesta detrás de la cintura.

— Em... ah disculpa, es que no me acostumbro a subir allá arriba — responde con una sonrisa de pena.

— ¿Llegaste ahorita?

— Hace un par de minutos nada más; tengo que contarte algo.

— ¿Sí? ¡Dime! — contesta Matilde muy intrigada.

— Vamos a la sala y te platico — le guiña un ojo y proceden a dirigirse hacia la gran sala.

Llegando se sientan juntas en el sofá, una frente a la otra.

— Uff hija me he sentido un poco mareada y fatigada, no sé si querré comer en la cena — dice Matilde con una cara lastimera manteniendo la mano en su vientre y la otra detrás de la cintura.

— Eh... mamá, acepté al Señor.

— ¿De verdad Anny? ¡Me da gusto! — responde contenta.

— Sí má, pero creo que te sientes muy mal, mejor ve a recostarte.

— Quería venir a verte mija, por eso bajé; tú también me importas mucho, sabes que te quiero, te amo y te adoro, una madre no debe olvidarse de sus hijos.

— Gracias por estar pendiente de mí, te amo — responde sonriendo, se arrima hacia ella y la abraza rodeando su cuello.

— Vamos a la habitación, subamos — la invita Matilde, Anny la suelta y, después de asentir, se levantan yendo hacia las escaleras y suben hasta llegar frente a la habitación de Ronald.

— Espera má, ¿tú crees que yo pueda pasar? — pregunta Anny sintiéndose incómoda.

— Tranquila... Ronald no se va a molestar por eso. Ven, entra — le dice sonriendo un poco.

Anny convencida entra después de que su madre abre la puerta, y la cierra detrás de la misma. Ella observa todo el lugar con una sensación de haber estado ahí por lo que se pone seria y confundida.

— ... Anny, ¿todo... bien? - pregunta Matilde quien se acerca a ella desde detrás, lentamente.

— ... Eh... sí, sí, sólo que me siento extraña, siento que he estado aquí antes — responde Anny volteando hacia ella con rapidez.

Anny y el Camino a la Verdad [Novela Cristiana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora