Todo comenzó cuando Harry Potter vagando por los pasillos del castillo se encontró en un baño cierto diario de tapa negra. Atraído a el se acerca no siendo muy consciente o cuestionando la ubicación en la que esta, lo unico en su mente es el pequeño...
Primero que nada quiero declarar que odio ser escritora devota y descriptiva.
¿Saben lo jodidamente difícil que es querer llegar a una parte de la historia, pero hay tanto entre medio que no puedes llegar ahí? En estos momentos soy yo. He planeado la reunión de Tom con su manada por meses ¡Meses! ¡Casi más de un puto año! ¡Y la maldita cosa no llega porque uno no puede saltarse los jodidos hechos temporales!
Bien, estoy furiosa conmigo misma y estoy en un jodido caos porque odio no poder escribir a medias y solo hacer un maldito resumen de todo y saltarme varias escenas que ¡Mierda! ¡Esas malditas escenas weonas valen la pena para llegar a lo que todos queremos! ¡Y no me las puedo saltar!
Bien, lo siento, me altere.
Resumiendo, este capítulo será jodidamente largo, tan largo que incluiré todo lo que se me interpone entre mí y la reunión de Tom con su manada. Así que tomen sus refrescos, comida y una posición cómoda, porque estaremos aquí por un buen rato.
Tom se encontraba aún en esa aula abandonada, tomó fuerza para ir al lugar que llamó su hogar durante años, donde vivió y convivio con su manada, tantas cosas buenas como malas pasaron en ese lugar en compañía de Abraxas y Magnus, que en paz descansen, Lowell, Corvus, Lucius, Narcissa, Bellatrix, Rabastan, Rodolphus, Barty, Severus y Regulus.
También recuerda las experiencias con su Círculo Interno, los del Círculo Exterior, las reuniones que realizó con sus Mortífagos. Tantas cosas sucedieron ahí.
Tomó aire sabiendo que tiene que volver a ese lugar, visualizó la entrada del Castillo de Slytherin dando un pulso de magia de inmediato sintió la clásica sensación de aparición y con un suave e imperceptible crujido se apareció muy lejos de Hogwarts en un bosque rodeado de montañas.
Fueron unos cuantos segundos de vueltas y vueltas como si estuviera siendo comprimido por un tubo extremo, algo completamente justificado cuando viajó de Escocia al suroeste de Alemania en algún lugar de la Selva negra.
Tom apenas tocó el suelo se estabilizó sintiendo su cabeza girar y unas leves náuseas, hace mucho que no hace una aparición por sí mismo con una distancia entre los lugares tan amplios.
Cuando pudo estabilizarse abrió los ojos y miró alrededor sintiendo una punzada de nostalgia al ver los alrededores; los árboles, el inmenso jardín y frente a él el majestuoso castillo de colores cremas y grises en los techos, ventanas rectangulares. Y no olvidemos el aura mágica que rodeaba todo el lugar desde las protecciones y barreras que el mismo fortaleció. La magia del castillo zumbo con alegría dándole una cálida bienvenida.
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