AAAAH! NARRA KENAI (De nada :P) Han venido muchas personitas nuevas estos días así que espero que os guste <3
Kenai
Hace un año...
Estaba preciosa. Ya lo era de por sí, pero aquella noche deslumbraba.
Había venido a mi casa después de las clases y comimos con mis padres. La adoraban. Mi hermana estaba enamorada de Lynn e incluso me había confesado alguna vez que, de mayor, quería ser como ella. Y yo la amaba cada día más por ser esa chica fuerte y despampanante.
Era nuestro primer aniversario juntos y le había preparado una sorpresa que, esperaba, le hiciera la chica más feliz del mundo. Trabajé en el bar de mi padre durante un mes para conseguir el dinero suficiente y tanto Josh como Iris me ayudaron a terminarla a tiempo.
Le habían denegado la plaza en la universidad de Orlando de Bellas Artes, así que pretendía hacerle sentir mejor. Íbamos a ir juntos a la misma facultad ahora y, aunque ella no paraba de repetirme que todo iba bien, yo tenía esa espina clavada en el corazón al sentir que no estaba cumpliendo su sueño.
Ahora habíamos ido en mi habitación mientras ella terminaba de maquillarse. Sonreí al verla bufar cuando no le salía bien la raya del ojo. Siempre se ofuscaba, pues pensaba que el hecho de ser artista implicaba dominar todas las áreas donde colocar un pincel.
Me coloqué detrás de ella y la abracé por la cintura. Sentí su cuerpo estremecerse y dejé un beso sobre su cuello.
—¿Cuándo me saldrá esto? —refunfuñó tirando el delineador en el escritorio.
—A lo mejor, cuando yo deje de amarte —bromeé. Ella sonrió y me pellizcó el brazo. Me prometí a mí mismo que le bajaría las malditas estrellas si con eso lograba verla tan feliz.
Volteó el rostro y me dio un beso en la mejilla.
—Entonces no me saldrá nunca. —Hizo un puchero.
La besé, preso de un anhelo que endulzaba mis entrañas. Jamás me cansaría de sus labios, ni de su cuerpo, ni de su boca. Lynn era una obsesión de la que no quería curarme y con la que cada vez me tornaba más febril y enfermo.
Gemí cuando me permitió el paso hasta su lengua. Acuné su rostro en una mano y acaricié su mejilla cuando la necesidad de ella se volvió urgente. Jadeó contra mí al plantarme delante de ella y darle más acceso a mis labios.
Amaba que reaccionara a mi toque casi con necesidad. Como si se hubiese olvidado de lo bueno que era, de lo bien que encajábamos. Me había encaprichado en recordarle una y otra vez que éramos nosotros: dos amateurs jugando a ser genios, devorados por el deseo y el ansia.
Tomé sus muslos levantándola hasta que rodeó mi cintura. Apreté su trasero cuando el calor recorrió partes de mi anatomía que me enloquecieron. Quería tocarla. Devorarla. Besarla hasta que mi boca memorizara cada centímetro.
—Vas a destrozarme el maquillaje —susurró. Mordí su labio inferior, reteniéndolo bajo mi dominio hasta que soltó un gemido.
—No estoy pensando en eso ahora mismo —sonreí contra su boca.
Ella también sonrió con la mirada obnubilada por el deseo.
—Idiota —murmuró.
Apretó sus piernas contra mis caderas, como si quisiera evidenciar las palabras a través de nuestros cuerpos. La llevé hasta mi cama y la observé desde arriba. Jamás me acostumbraría a la diosa que tenía delante, tan hermosa y fuerte. Me robaba el aliento y me lo devolvía en el mismo segundo.
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El arte de amar entre cenizas
Teen FictionLynnette tiene una cosa clara en la vida: no volverá a caer dos veces en la misma piedra. Sobre todo, si esa piedra es pelirroja, con pecas que incitan al pecado y ojos que te desarman por completo. Kenai es cosa del pasado. Lo odia. Es esa basuril...