19 | El camino equivocado.

375 38 8
                                    

¡mis amores! aquí tenéis nuevo capítulo. este es un poco distinto a los demás. Es para poder meteros en contexto. El próximo capítulo será más largo y mejor <3<3<3

Capítulo 19 | El camino equivocado. 

La habitación de Lynnette era como meterse a un terremoto esperando salir de él ileso. El espacio en el que habitaba era un fiel reflejo de lo que sucedía en su cabeza. Gracias a ello sabía si todo iba bien o si, por el contrario, había algún problema revoloteando por esa cabecita suya.

Esta vez había un problema.

Uno enorme.

Me senté en su cama deshecha a pesar de que eran las seis de la tarde y el sol ya iba a empezar a esconderse.

—¿Va todo bien? —le pregunté. Me removí incómodo descubriendo un boli debajo de mi trasero. Lo dejé encima de su escritorio, entre los millones de papeles, libros y utensilios escolares que compartían el mismo lugar. Había una barrita de Twix.

Prefería los Mars.

—Claro, ¿por qué? —dijo tratando de hacer un apaño con la silla que no se distinguía por la cantidad de ropa que hacía montaña sobre ella. Agarró la enorme bola de trapos en sus brazos y lo metió en el armario.

—Pareces agobiada —respondí con delicadez. Soltó un quejido mientras cerraba la puerta del armario a la fuerza. De forma asombrosa, consiguió su cometido.

—Que va. Iba a empezar a hacer la matricula para la universidad de Stanford ahora.

—¿No te han contestado de tu universidad?

Me di cuenta del momento exacto en el que su cuerpo se tensó. Aprovechó que estaba de espaldas para recomponerse. Me habría gustado decirle que sabía que sí le habían contestado y que, además, la habían aceptado.

Su madre me había llamado preocupada porque había abierto la carta del buzón, pero no le había comentado nada de su decisión. Me pidió que hablase con ella por si tenía más confianza conmigo, cosa que esperaba conseguir. Había algo que me decía que iba a conseguir la misma respuesta que con su madre.

—No es mi universidad —Le quitó el hierro—. Es solo una universidad.

—La universidad con la que has soñado toda tu vida, peque. No es una universidad cualquiera.

—No he soñado toda la vida con ella —remarcó. Pero mentía. Sabía que lo hacía. Llevábamos saliendo un año y cinco más manteniendo una amistad. La conocía. La manera en la que evitaba mirarme me daba toda la información que necesitaba—. Entrase o no entrase tampoco iba a afectarme tanto en mi vida. Además, la universidad de Stanford es más barata.

—¿Eso significa que no has conseguido entrar?

—No em han contestado. Supongo que eso es un no como una catedral.

—Podrías probar a llamar, a lo mejor ha sido un error de dirección. Tienes derecho a saber la decisión.

—¿Y tener que soportar un rechazo? No, gracias, prefiero vivir en la incertidumbre.

Sentí un pinchazo en el pecho al saber que me mentía.

¿No le había dado suficiente confianza como para contarme estas cosas? Cosas que determinaban su futuro. Nuestro futuro, si el destino lo quería.

—Tienes muy poca confianza en ti misma, peque. Tienes talento. No puedes echar por la borda ahora el trabajo de dos años.

—No lo estoy tirando por la borda, simplemente no me han contestado y yo me niego a pasar por la vergüenza y dolor de no haber sido aceptada.

El arte de amar entre cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora