17 | Una suegra agresiva, una nuera asustada y un criado encantador

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Por fin he conseguido terminar el capítulo. Es taaaaan bonito <3<3<3 Disfrutadlo mucho, amores. Vais a ver un pequeñito (pero grande) en Lynn :3



Capítulo 17 | Una suegra agresiva, una nuera asustada y un criado encantador.

Lynnette

—No me puedo creer que no te acordases del cumpleaños de tu madre —bromeé mientras abría la visera del coche donde, gracias a Dios, había un espejo pequeño.

Probé a hacerme el delineado del ojo, pero si no me salía bien cuando estaba en mi escritorio, tampoco lo haría cuando iba en un coche en marcha. Menos si era Kenai quien conducía.

Él no tenía ningún problema con su aspecto porque se veían fresco e irresistible. No tenía que tapar unas ojeras enormes ni una palidez vampírica. A veces lo envidiaba. La gran mayoría de veces rezaba que esos ojos no dejaran de mirarme como si yo también fuese igual de hermosa.

—Me acordaba —se defendió, divertido—. Pero cierta persona me emborrachó con tres botellas de vino y me hizo perder la cabeza.

Lo miré, haciendo una O con los labios.

—¿Yo te emborraché? —Fingí estar indignada, aunque tanto él como yo teníamos una sonrisa en la cara—. Te recuerdo que no sé abrir botellas de vino. Tengo la fuerza de un renacuajo.

Sonrió de medio lado, encantado con su hazaña.

—No podía decir que no a esos ojitos —Negué con la cabeza, sin creerme lo que salía de sus labios ni el vuelco que me daba el corazón cuando decía esas cosas—. Me dejaste en una posición de inferioridad. Se supone que debemos que buscar la igualdad. Estas masacrando los valores del feminismo, peque —Sus ojos estaban puestos en la carretera, pero, por alguna razón, podía sentirlos sobre mí, recorriendo mi cuerpo. Me estremecí.

Reí en un tono bajo.

—Reza por que tu madre no nos eche la bronca cuando lleguemos.

—Tú no tienes que preocuparte de nada. El único que se va a llevar la bronca soy yo.

—¿Y eso por qué?

Se encogió de hombros con indiferencia. Sin embargo, distinguí un atisbo de orgullo en sus ojos.

—Porque te adora —respondió, como si no fuese la gran cosa, como si no acabase de alterar los latidos de mi corazón—. Seguramente me reprenda a mí porque te he hecho llegar tarde. A veces pienso que tú eres su hija en lugar de yo.

—No exageres. Ella te quiere.

—No estoy diciendo lo contrario, solo que tú eres la nuera que siempre quiso. Casi como una hija.

Nuera.

¿Eso que latía tan rápido era mi corazón? Porque, por favor, necesitaba que alguien lo calmase si no quería perforarme el esternón.

—Te noto un poco resentido —bromeé, pues necesitaba olvidarme de las palabras que habían salido de sus labios. Y de cómo esa boca ahora tenía una leve sonrisa que quería pintar. Y unas pecas que se hacían más evidentes ahora que el sol dejaba reflejos de luz en sus facciones—. No te preocupes. Ella te elegiría a ti antes que a mí.

—Claro —dramatizó—. ¿Como la vez esa que mi madre hizo por mi cumpleaños una tarta de tres chocolates porque a ti se te antojó?

Me reí.

El arte de amar entre cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora