Capítulo 4

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Boris

Ania me confundía de forma magistral, cualquier otra loba se hubiera aprovechado de su posición al ser mi compañera. Pero ella no, seguía realizando las labores sin quejarse y me trataba con respeto y cordialidad, lo único que se permitía era decir mi nombre en vez de llamarme Beta.

Nunca me pedía nada y siempre que hablaba con ella me esquivaba y me trataba de forma cordial evitándome en todo momento. Por lo que mantenía constantemente de mal genio.

— Organice una habitación solo para Ania - le asegure a uno de los Omegas del servicio —. Lleven sus cosas y las mías para esa habitación.

— ¿Habitación de arriba?, señor.

— No una de las de abajo – le dije para seguir avanzando —. Pero que sea amplia y cálida.

— Como mande Beta – me aseguro, así que seguí avanzando para seguir con mis labores.

Cuando la noche llegó termine por dirigirme a mi casa, tenía que decirle a mi mamá que me quedaría en la mansión para que no se preocupara.

— ¿Por qué el cambio de residencia? – me preguntó mi mamá con intriga.

— Voy a quedarme con mi compañera.

— ¿La muchacha del otro día?

— Si – le asegure mientras me acercaba a ella para despedirme.

— ¿Por qué no la traes aquí?

— Con Anastasia y sus contantes episodios de locura. Quiero evitar. Una cosa es que diga cosas horribles de la luna a nosotros que guardamos silencio y otra cosa es delante de Ania que es amiga de Leilani.

— Si lo mejor es estar seguro – me dijo ella pensativa.

Mi hermana mejoraba, pero no al paso que quisiéramos, por lo que teníamos que tener mucha paciencia y evitar que se alterara. Por esa razón el abuelo Boriso se encontraba donde uno de mis tíos, para evitar que se alterara.

Cuando llegue a la mansión, avance hacia la habitación que me indicaron y entre sin tocas, para encontrarme con Ania mirando por la ventana.

— Hola, Rizos – la saludé hasta llegar a su lado.

— Hola. Me dijeron que esta iba a hacer mi nueva habitación – me dijo nerviosa.

— Así es – le aseguré —. A partir de ahora vamos a dormir aquí – le dije avanzando hacia el armario, para buscar ropa cómoda.

— ¿Vamos?

— Sí, tú y yo.

— ¿Vas a dormir conmigo?

— Lo voy a hacer – le aseguré.

Ania me miro por unos segundos y yo le sonreí para tomar de forma suave su cachete. Ella terminó por devolverme la sonrisa y después tomo una de sus cosas para encerrarse en el baño.

Termine por ponerme ropa cómoda para dormir y la espere en la cama, hasta que ella salió con su pijama.

— Ven Rizos – le dije tendiéndole la mano.

— No quiero, acostarme contigo – me aseguro con decisión. Ella sí que era toda una terca.

— Solo vamos a dormir – le aseguré.

— ¿Por qué ahora?

— Porque me canse de dormir solo y tener largas noches de insomnio – le asegure mientras la ubicaba en mis brazos y ella me miraba de forma intrigada.

La traición del betaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora