Capítulo 1

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Ania

En Anádyr las cosas siempre fueron complicadas, pero desde que mi hermano se fue todo empeoro más, ahora no solo me trataban mal por ser una Omega de tercer nivel, pero me juzgaban como una de cuarto, pues mi loba Miel no era muy buena para combate, razón por la cual nunca me habían designado un puesto de guardia dentro de la manada.

— Que esperas para lavar mi ropa desertora – me dijo Candy una de las lobas que más me trataba de forma cruel en la manada.

Habíamos sido amigas en la infancia, pero cuando mi loba se presentó y no cumplió las expectativas de la manada, termino por aislarme y dejarme a un lado.

— No soy una desertora, porque no he abandonado mi puesto – le dije con rabia mientras empezaba a recoger la ropa que había tirado.

— Maneje su tono loba – dijo mientras me levantaba y me arrinconaba contra la pared torciendo mi brazo de forma dura - Desertora – me dijo con burla mientras se iba y me soltaba dejando libre mi brazo con una marca.

Terminé de lavar toda la ropa de los lobos de guardia y me dirigí hacia mi casa, mi mamá y yo habíamos quedado solas y solo nos teníamos la una a la otra.

— Hola, Ania – me saludo Baran.

Era uno de los Omegas principales de la región por ser uno de los guerreros más fuertes del lugar, su belleza era envolvente y había sido mi amor platónico desde los 13 años. Cuando cumplí mis 20 años en una luna llena de fertilidad y deseo termine por entregarme a él.

Como la tonta e ingenua que era supuso que al otro día nos convertiremos en una pareja, pero él solo me ignoro y empezó a tratarme mal delante de todos, donde dio a entender que solo me había utilizado para desahogar su deseo carnal y primitivo.

— Baran – lo saludé de forma educada.

— Esta noche es luna llena de fertilidad y amor – me dijo en tono conciliador.

— Losé – le dije mientras lo detallaba.

— ¿Vamos a pasarlas juntos?

— No quiero ser su burla otra vez – le dije mientras lo esquivaba.

— Han pasado 5 años desde ese incidente – dijo tranquilo —. Yo no tengo compañera y tú no tiene compañero. Evidentemente, nos gustamos mutuamente y no veo porque no podemos satisfacernos mutuamente.

— Prefiero aliviarme sola – le dije esquivándolo.

— Ahora dejas una imagen en mi cabeza que no puedo borrar – me dijo mientras me tomaba del brazo y me acercaba a él —. Te deseo y en serio me gustas mucho, no he podido borrar las imágenes de esa noche en mi cabeza – dijo mientras toma de forma delicada mi rostro y me daba un suave beso que le correspondí.

Baran me gustaba y me gustaba mucho, había estado con otros hombres, pero bien dicen que tu primera vez no se puede olvidar y sí que era cierto porque me costaba olvidarme de él.

— ¿Entonces? – me preguntó separándose de mí y corriendo uno de mis cabellos.

— Acepto, pero no quiero burlas, ni malos tratos, después – le dije detallándolo con seriedad.

— Bien – dijo con una genuina sonrisa —. Nos vemos en el lado norte de la región.

Termine por ir a mi cabaña, donde mi mamá se encontraba descansando y con sus piernas hinchadas por el largo trabajo que le tocaba hacer día tras día.

— Hola mamá – la saludé mientras ingresaba a la cabaña.

— Hola hija – me dijo con una gentil sonrisa.

La traición del betaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora