Capítulo 11

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Ania

Todos los días manejaba la misma rutina. Me levantaba temprano, me arreglaba y salía a desayunar antes de que me dejaran sin comida. Boris me acompañaba siempre manteniendo conversaciones cortas, sobre cómo me sentía o simplemente preguntándome cosas de mi día.

Cuando termine Boris, volvió a sus actividades donde evaluaba a los lobos y yo termine por volver a la cabaña. Entre con cuidado sin hacer ruido, pues Leilani seguía durmiendo y el Alfa se molestaba si la despertaban o si se encontraban en la cabaña cuando ella se estaba bañando.

Busque con cuidado mi abrigo, el cual necesitaba para cubrirme después de que me transformara, pues mañana salíamos y quería que Miel se sintiera cómoda.

— ¿Ya estás lista? – me dijo la voz de Leilani a mis espaldas.

— Hola, sí – le dije mientras la volteaba a ver.

— Hola – me dijo mientras se desperezaba y se levantaba de la cama —. Creo que soy muy mala para madrugar.

— Las cuatro de la mañana no es una buena hora —le dije acercándome a ella.

— ¿Cuatro?, pensé que era a las seis.

— A las cuatro nos levantamos y nos alistamos – le aseguré, mientras la ayudaba a tender la cama

— No sé cómo haces para madrugar tanto. Hoy por lo menos me levanté a las 6 así que podemos desayunar juntas.

La miré con una sonrisa de disculpa y ella me miro intrigada, hasta que entendió.

— Ya desayunaste.

— Si – le dije con disculpa.

— No te preocupes. Supongo que tendré que madrugar más.

— Te puedo esperar.

— No, tranquila. Me voy a bañar.

— Boris me trajo unos bombones de caramelos, así que estaba esperándote para comerlos.

— Gracias. Me encantan los dulces que te consigue Boris. Me baño, desayuno y te acompaño – me aseguro.

Termine por esperar a Leilani, donde pasamos un rato agradable mientras coordinábamos algunas cosas sobre la comida y elementos necesarios para el campamento que se aproximaba.

En la tarde terminé por irme de forma silenciosa hacia uno de los laterales del bosque, donde no habría nadie, pues todos se encontraban en los entrenamientos en el claro del bosque contrario a mi camino.

Termine por quitarme mi ropa y me concentre lo más que pude para que mi loba tomara el control. Pero Miel se encontraba perezosa el día de hoy. Así que después de tres intentos mi cuerpo empezó a transformarse de forma lenta.

El color miel se hizo presente en mi pelaje acompañado por un dolor en mi vientre que se expandió por todo mi estómago.

— ¿Miel?

— Lo siento Ania, pero creo que le estoy haciendo daño a nuestro lobezno.

— Miel – le dije mientras sentí otra molestia en mi vientre.

— Lamento esto – me dijo con dolor mientras me dejaba.

— Lo mejor es que volvamos a casa.

— No es tu culpa. Continúa el recorrido, solo que no nos podremos transformar.

Mi cuerpo volvió a mi forma humana y terminé por caer tendida en el césped, mientras intentaba regular mi respiración y las lágrimas que empezaron a salir con desespero de mí. Mi loba se sentía triste y yo me sentía colapsada. Así que mi cuerpo termino por quedar rendido en el frío césped del lugar.

La traición del betaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora