Capítulo 22

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Boris

Mis Rizos se adaptó muy rápido a volver a nuestro hogar. Nuestro hijo la adoraba, así que pasaba la mayoría del tiempo con él y le encantaba cocinar, así que disfrutaba de su deliciosa comida acompañada con su linda vista mientras se movía de un lado al otro.

- Prueba esta salsa-me dijo mientras me daba a comer un poco de su salsa con la cuchara.

- Está deliciosa-le dije mientras le arrebata la cuchara.

- Boris-me dijo con diversión.

- Me encanta tu comida-le dije mientras me levantaba del taburete.

- Creo que voy a hacer unas brochetas para la venta

- ¿Por? -ella me miro y después suspiro -. Digo. Me encanta tu comida, pero no entiendo por qué quieres venderla.

- Necesito dinero. Cuando volví ya no tenía mi empleo en el supermercado.

- ¿Quieres trabajar ahí? Creí que estabas bien cuidando a nuestro bebe.

- Me gusta y soy feliz, pero necesito el dinero-me dijo triste.

- Pero mis Rizos, yo me encargo de tus gastos, los de mi hijo y ayudo a tu hermano con la universidad, para que no te tensiones-le dije de forma suave. No entendía por qué quería trabajar y separarse de nuestro hijo.

Eso podría ocasionarle que su cuerpo se agotara y volviera a caer en la depresión. Tenía tanto miedo de que ella volviera a pasar por eso.

- ¿Ayudas a mi hermano? -preguntó con asombro.

- Lo ayudo-le aseguré.

- ¿Desde cuándo? -preguntó con desconcierto.

- Hace 5 meses-le aseguré.

- ¿Cómo? -me dijo sin creerme.

- Él te llamo y se notaba preocupado, le pregunté que pasaba y me dijo que tenía algunos inconvenientes para poder comprar unos libros. Así que le envié el dinero y a partir de ahí le envió algo mensual para que no pase necesidades.

- Gracias-me dijo con emoción.

- No tienes porque tú y tu familia son mi responsabilidad también.

- Eres muy lindo-me dijo con una sonrisa y después me dio un suave beso -. Pero igual necesito el dinero.

- Tus gastos los cubro yo. Tienes una cuenta que por cierto no utilizas-le reclame.

- No es eso-me dijo de forma suave.

- ¿Entonces? -le pregunté sin entender su punto.

- Es que...

- Dime - le dije alentándola para que hablara.

- Cometí un error estúpido y Leilani me salvo, así que le debo mucho dinero-me dijo con remordimiento.

- Esa cuenta ya está saldada.

- ¿Qué? -me preguntó con angustia.

- El dinero que te robo la escoria de Pasha. No te preocupes por eso ya se lo pagué a la luna-le aseguré. Me había enterado de eso hace cinco meses y ya había solucionado todo para evitar que ella se siguiera preocupando.

Cuando me di cuenta de los cambios de Ania en su comportamiento. Empecé a investigar que la podía alterar o preocupar y me terminé por enterar lo que la escoria de Pasha le había hecho. Por suerte el alfa se encargó personalmente de ese tipo o de lo contrario no me hubiera importado perder mi puesto por deshacerme de una rata como esa.

La traición del betaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora