Culpa al abogado

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Capitulo 2

Culpa al abogado.

En estos momentos estoy en mi apartamento. Tumbada en el pequeño sofá de la sala, con un pote de helado en una mano y una gran cuchara en la otra.

Ya me he duchado y llevo puesta mi inseparable camiseta a rayas y unos shorts cortos. Mi cabello castaño claro se encuentra ya lavado y suelto, a la vez que mis gafas descansan sobre la mesada de la cocina.

Hundo la cuchara en el pote de helado y la llevo hasta mi boca, a la par que cierro los ojos al sentir el chocolate derretirse en ella. Aún me está costando asimilar lo que ha ocurrido hoy. No entendía como después de todo mi esfuerzo las cosas habían terminado de esa manera. Yo, con una clara advertencia de ser despedida.

Literalmente.

Ese hecho todavía me parecía algo ilógico.

Lo peor del caso es que mi mente no podía dejar de revivir el momento. Su voz indiferente y a la vez cargada de autoridad. Su rostro impasible, como el de una hoja en blanco y, por último, la extrema frialdad de sus ojos grises.

En mi cabeza, el señor Houghton se veía como el rey de un castillo de hielo. Una imagen magnífica y poderosa, la cual siempre helaba la sangre de cualquiera que lo viera. Desafortunadamente, hoy ese alguien al cual le habían helado la sangre había sido yo.

Con un gruñido me levanto del sofá y guardo las sobras de helado en el congelador. De nada servía compadecerme a mí misma. Nunca lo había lo hecho y tampoco era el momento de empezar a hacerlo.

Apago el televisor, el cual me he entretenido viendo por horas y me dirijo a mi habitación. Llevo mi celular en el proceso y observo que no tengo llamadas ni mensajes nuevos. Rose me había escrito para ir a almorzar y mi madre me había llamado un par de veces.

Ya había hablado con las dos.

Con Rose, disculpándome por segunda vez en el día y con mi madre poniéndonos al tanto la una sobre la otra. Por el tono de su voz y por la forma cortante de sus palabras, pude notar que algo la estaba molestando o preocupando mejor dicho y aunque la había presionado, no había soltado una sola palabra sobre el tema.

Quizás no era nada con importancia, ya que mi madre siempre solía angustiarse por razones que otras personas consideraban insignificantes.

De soslayo veo a Nala colarse en mi habitación a la par que saco del armario la falda negra y la camisa blanca que usaría mañana. No dejaría que lo ocurrido hoy me afectase demasiado, en su lugar, le demostraría al señor Houghton que solo fue un pequeño accidente y no una gran irresponsabilidad como él había recalcado.

Con ese pensamiento en mente, dejo las prendas sobre la silla y apago las luces.

Mañana sería un mejor día.

O al menos, eso quería creer.

-.-.-.-.-

La mañana siguiente me encuentro puntual en mi escritorio. Mis cosas ya han sido ordenadas y ahora estaba leyendo mi lista de deberes del día. Al parecer hoy no tendría que salir del edificio y tenía la sensación de que por alguna razón eso estaba relacionado a los sucesos de ayer.

El señor Houghton tampoco tenía reuniones importantes, solo alguna que otra junta con los demás directivos y gerentes de la empresa.

Mi mañana pasa más lenta de lo habitual sentada en la soledad de mi escritorio. El señor Houghton aún no había aparecido y Rose tampoco me había visitado hoy. A veces sacaba mi celular para ver si tenía alguna notificación, pero este solo mostraba la hora en señal de que nadie había intentado contactarme.

Mi jodido JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora