La otra puerta

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Capitulo 9

La otra puerta.

Había pasado exactamente un día desde mi mudanza a la gran casa.

Un día en el cual había sido completamente ignorada no solo por Eros sino también por el personal de servicio. Aunque internamente no culpaba a nadie, ya que desde la salida de Rose no había puesto un pie fuera de mi habitación. Ni siquiera recordaba cuando había sido la ultima vez que había probado bocado y estaba cansada.

Emocional y físicamente agotada.

Las pocas pertenencias que había traído conmigo ya estaban puestas en sus nuevos respectivos lugares. No había traído demasiado, pero aún así me había tomado largo rato ordenar todo como debía de estar, aunque algunas de mis cajas habían terminado en algún depósito de la casa el cual no me había tomado el tiempo de preguntar donde se encontraba. Lo que único que sabía en estos momentos era que mis pertenencias no hacían juego con nada de que lo había en la habitación.

Mi celular se escucha sobre la pequeña mesa junto a mi cama haciéndome saber que había recibido un mensaje, pero en lugar de ver de quien se trata solo lo tomo en mis manos y lo deposito en el interior de mi cartera de trabajo.

Había llamado a mi madre la noche anterior, la había puesto al día de lo que estaba actualmente ocurriendo en mi vida y en resumen, ella había estado tan enojada conmigo que había tenido que separar el celular de mi oreja varías veces. A pesar de su edad, la mujer aún seguía teniendo un excelente pulmón.

Así que probablemente era ella, exigiéndome volver inmediatamente y anular mi matrimonio de cualquier forma posible.

Suelto un suspiro.

Como si eso fuera a pasar.

Doy una última mirada al reflejo que me devuelve el espejo y una vez que apruebo mi atuendo camino decidida hasta la puerta. No era que estuviera usando nada de las costosas prendas que estaban en mi armario, pero aún así mi propia ropa se sentía diferente.

─Deséale suerte a la nueva señora Houghton en su trabajo─digo en voz alta, sabiendo que Nala me estaría escuchando desde algún lugar de la habitación.

Salgo y lo único que escucho es el sonido de mis tacones resonar contra el suelo de mármol. El pasillo brillaba reluciente de cualquier punto que se lo mirara e infinidad de jarrones y cuadros adornaban el lugar. No me había dado cuenta la primera vez, pero todas las cortinas se encontraban cerradas, posiblemente tapando los ventanales detrás de estas.

Con cuidado de no perderme, de alguna forma llego al primer piso y después de varias puertas al fin parezco dar con el comedor.

Eros se encuentra ya sentado, sorbiendo lo que parece ser un café y con un periódico en manos.

─Buenos días─saludo y me siento a su costado derecho.

Él me observa de reojo y vuelve su helada mirada al periódico.

Suelto un suspiro y segundos más tarde, como por arte de magia una mujer de edad aparece detrás de una de las puertas. Su cabello algo canoso se encontraba amarrado en un moño y llevaba puesto un delantal sobre unos pantalones y un sweater oscuro.

─Señora Houghton...

─Jane, por favor llámame Jane─la corrijo rápidamente y vuelvo a sentir la fría mirada de Eros sobre mi persona durante algunos segundos.

Ella me regala una sonrisa y algunas arrugas se marcan alrededor de su boca y sus ojos.

─Jane... ¿Que desearías desayunar? Tenemos fruta, huevos, tostadas francesas, mermeladas, distintos tipos de cereales, jugos, yogurt, omelettes. Prácticamente puedes pedir lo que quieras y te lo haré llegar.

Mi jodido JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora