Tu propuesta no me simpatiza

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Capitulo 6

Tu propuesta no me simpatiza.

Dormir estaba siendo una batalla que parecía más que perdida hasta estos momentos. Doy un par de vueltas más sobre mi cama y siento las sabanas caer al piso. Doy un bufido molesto y ruedo hasta que mi rostro se encuentra frente al reloj digital que descansa sobre la mesa de noche.

Tres treinta y cinco.

Vuelvo a rodar sobre mi estómago y dejo de observar las titilantes luces verdes. Mis ojos escocían y estaban secos. Tal vez porque no había logrado dormir en toda la noche o posiblemente por el diluvio de lágrimas que había sido al conducir hasta mi apartamento. Las dos eran posibles opciones.

Restriego una mano sobre mis ojos cansados y suelto un gruñido al sentir un dolor traspasar mi palma derecha. La venda que la cubría podría prevenir esta acabara infectada, pero no prevenía el dolor punzante que sentía de vez en cuando.

De mala gana me levanto cansadamente, enciendo las luces y recojo las cobijas del suelo depositándolas de nuevo sobre la cama. Espero la presencia de Nala venir a mi encuentro, pero esta no lo hace. No la había visto en todo el día, pero tampoco sentía ánimos de salir a buscarla.

Hago mi camino hasta la cocina y me sirvo un vaso con agua. Me siento en la silla frente a la mesa y esta hace un ruido sordo al recibir mi peso. Observo con recelo los lentes rotos que descansan frente a mis ojos sabiendo que no había arreglo para ellos. Los había estrujado tan fuerte en las horas anteriores que yo misma los había destruido.

Me maldigo a mí misma, pero sobre todo maldecía al señor Houghton.

Nunca antes en mi vida había odiado a alguien como lo odiaba a él en estos momentos. Por supuesto, nunca antes había conocido a alguien que me humillase o que me tratase de la forma en la que él lo hacía.

Renuncia.

Rio sin gracia ante ese pensamiento y me hundo más en la incómoda silla. Por muy placentera que sonara esa idea no podía darme el lujo de desperdiciar un trabajo como este. No tenía ahorros y encontrar otro trabajo podría tomar semanas o meses en el peor de los casos.

Doy un sorbo y el agua parece refrescar mucho más que mi cediendo cuerpo.

Ni siquiera sabía si él me despediría a mi mañana por la mañana. Una parte de mi rogaba por que lo hiciera, pero la otra parte sentía que eso no ocurriría.

Podría llamar y declararme enferma, pero eso solo sería atrasar lo inevitable.

Tienes miedo. Como un pequeño animal asustado. Gruñes y parece que darás pelea, pero a la más mínima señal de peligro huyes. Eres como como todos. Predecible.

Empiezo a toser al recordar sus palabras y me toma un par de segundos recomponerme. Había sido tildada de muchas cosas durante mi adolescencia y edad adulta, pero cobarde nunca había sido ninguna de ellas.

Con pesar, devuelvo el vaso a su sitio y regreso al calor de mis cobijas apagando todas las luces en el proceso. No me negaba a mí misma el inmenso terror y odio que sentía hacia el señor Houghton, eso era como intentar tapar al sol con un dedo; pero no dejaría que su insufrible personalidad me dejara sin trabajo y me hiciera evadir mis responsabilidades.

Olvidaría todo lo ocurrido y comenzaría de nuevo.

No porque él se lo mereciera, estaba segura que para él yo era tan insignificante que ni siquiera merecía la pena que ocupara el más mínimo de sus pensamientos; pero tenía que hacerlo. Por mi bienestar mental y para seguir apoyando en los ingresos de mi familia. Además, mañana mismo empezaría a buscar otros trabajos.

Mi jodido JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora