Soy tu esposa, hipotéticamente hablando

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Capitulo 7

Soy tu esposa, hipotéticamente hablando.

Lunes.

Hoy es lunes por la tarde para ser más específica y eso significaba que habían pasado dos días desde la propuesta.

A decir verdad, nunca había sido de las niñas que añoraban una propuesta como en los cuentos de hadas. Cenicienta había perdido su zapato, la bella durmiente y Blanca nieves habían sido despertadas por un beso de amor verdadero, Ariel... ni siquiera recordaba que había sucedido con Ariel; pero todas ellas habían terminado con un felices por siempre con su príncipe azul.

Inclusive Bella con su bestia.

En mi caso, tenía a un hombre que lucía como el más apuesto príncipe azul pero que resultaba ser una fría bestia al final de cuentas.

Suelto un suspiro cansino, tanto pensar no estaba dando los mejores resultados.

Los periódicos habían estallado con la noticia del rompimiento de compromiso entre mi jefe y Katherine. Al parecer Katherine había dado un paso atrás y la empresa francesa de su padre había cortado todo lazo con las empresas Houghton, haciendo que su valor en mercado decayera considerablemente. Casi y sentía pena por mi jefe.

Era una lástima que en verdad no lo hiciera.

Hacía menos de un mes, probablemente estaría refunfuñando a la vez que atendería llamadas y llevaría papeles de un lugar a otro. Hoy, nada de eso está pasando. En su lugar, me encuentro sentada en suelo de mi sala y con la espalda apoyada en el sofá.

Acaricio de manera perezosa a Nala, que afortunadamente había aparecido algunos días atrás, y que había sido lo único bueno que me ha pasado desde la enfermedad de Todd.

A diferencia de mis fines de semana, esta vez no hubo ninguna serie o película en mi rutina, es más, ni siquiera recordaba haber encendido ni una sola vez la televisión. Los pensamientos sobre qué haría o que pasaría de mi vida de ahora en adelante, ocuparon todo mi tiempo y por más vueltas y vueltas que le diera al asunto, no encontraba otra solución más que casarme con el señor Houghton.

Siento una amarga sonrisa formarse en mis labios.

Más de una vez había sentido lástima por él, pero quién diría que sería yo la que terminaría arrastrada hacia sus problemas y sin oportunidad de escapatoria.

Mis ojos vagan por el pequeño lugar y terminan posándose en la libreta junto al teléfono que descansan tranquilamente sobre la mesa.

Por alguna razón, no había perdido la esperanza de conseguir el suficiente dinero con el cual pagar el tratamiento de Todd, pero después de dos días y de cientos de llamadas efectuadas, la pequeña luz de esperanza que quedaba en mi interior, se había apagado de manera lenta y tortuosa hasta finalmente desaparecer.

Así que, sí.

Me casaría con Eros Houghton.

Solo que él todavía no sabía mi respuesta y yo era demasiado cobarde como para ir a la empresa y decirle:

«Ey Jefe. Sabe que, al final resulta que sí me casaré con usted. Lo odio, pero eso no será problema porque como usted dijo esto será solamente negocios»

No, definitivamente no podía hacer eso.

Lo peor era, que tampoco podía llamarlo. No porque no tuviera su número, sino porque sentía que este era un tema demasiado delicado como para que pudiese ser tratado por teléfono.

Así que aquí estaba. Sola, sin esperanza y acariciando a una gata a mitad de la sala.

Eso sonaba demasiado patético, incluso para mí.

Mi jodido JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora